El tirijala entre el gobierno de Puerto Rico y la Junta de Supervisión Fiscal no nos va a llevar a buen puerto. Al contrario, cada altercado público contribuye a retrasar la recuperación del país porque complica más el flujo de fondos federales asignados tras la devastación provocada en septiembre de 2017 por el huracán María.

La Junta regaña públicamente a la Fortaleza porque no le ve “voluntad de respuesta”. Se refiere, por supuesto, a la resistencia del gobernador Ricardo Rosselló a cumplir los parámetros que quiere imponer el organismo federal.

Rosselló no se ciñe a los lineamientos del plan fiscal requeterevisado por la Junta. Su último pulseo fue por el bono de Navidad de los empleados públicos, que el gobernador finalmente ordenó pagar a pesar de todo.

La Junta, que amenaza bastante más de lo que cumple, encontró rápidamente una salida airosa: ordenarle a las agencias realizar economías para reponer lo que desembolsaron.

En la Casa Blanca miran más de cerca de lo deseado el desarrollo de los acontecimientos en Puerto Rico. Y ahora ha revivido la propuesta de nombrar un coordinador federal a cargo de todo el proceso de reconstrucción en la isla. Un funcionario que iría por encima de la Administración Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) y, por supuesto, con más poder que la misma Junta.

Curiosamente, la Junta ofreció a su coordinador de revitalización como fiscalizador del flujo de fondos entre el Tesoro federal y Puerto Rico. Pero parece que la propuesta no convence a la Casa Blanca, que prefiere nombrar a un funcionario de su selección.

Si finalmente llega ese nuevo funcionario a trabajar como policía de tránsito entre Washington y San Juan, quedarán disminuidos aún más los poderes del gobernador, que ya debe someterse (aunque lo demuestre poco) a los designios de la Junta.

Los miembros actuales de la Junta serán reemplazados en el segundo semestre del año próximo, según lo dispone la ley PROMESA, y está por verse si los que vienen seguirán con el tirijala, tratarán de buscarle la vuelta a la resistencia de la Fortaleza a acatar sus órdenes o se impondrán a la trágala.

No sabemos lo que se nos viene encima, y nosotros pensando en gallos de pelea y en peces de colores.