La terrible realidad del hambre
Que en pleno siglo 21, con los adelantos tecnológicos y científicos, nos ataque una pandemia mortal como la provocada por el coronavirus alrededor del mundo, parece ciencia ficción.
Pero no lo es. Como tampoco es producto de la imaginación la pobreza, que en nuestro país alcanza muy cerca de la mitad de la población. Aunque muchos nos quedemos con la boca abierta del asombro y de la incredulidad, lo cierto es que el nivel de pobreza —medido por los expertos— ronda en Puerto Rico el 45% de la población.
La presidenta del Banco de Alimentos de Puerto Rico, Denisse Santos, ha dicho que seis de cada 10 niños en la Isla viven bajo ese nivel de pobreza y que dos de cada 10 lo hacen en pobreza extrema.
Con el desempleo rampante que ha provocado la pandemia, esas estadísticas podrían ser peores pronto.
La consecuencia más terrible de la pobreza es el hambre. ¿Cómo no pueden entenderlo muchos de los jerarcas del gobierno?
Ordenan cerrar los comedores escolares con la excusa de que las escuelas cerraron hasta el semestre próximo. Algunos han llegado a decir que, total, los niños no van al comedor cuando, según Santos, la que reciben allí es su única comida del día.
Insensatos e ignorantes, atrevidamente ignorantes. Como el director de campaña de la gobernadora Wanda Vázquez, Jorge Dávila, quien llegó a decir falsamente que los comedores escolares cierran en verano y no pasa nada.
Después de tal metida de pata, por ignorancia pero con alevosía, Dávila tendría que haber renunciado a su cargo político o, mejor aún, debió haber sido destituido por su jefa, que más que candidata primarista a la gobernación, es la gobernadora.
Pero en un país como el nuestro eso no pasa. Tomemos como ejemplo el caso de ciertos contratistas que, cuando son descubiertos, pierden uno que otro contratito, pero conservan el resto. Siempre tienen otros a buen recaudo.
Si no lo creen, pregúntenle a la gobernadora si Eduardo ”Tito” Laureano fue despojado del milloncito que tenía en contratos tras perder, por orden expresa de ella, el que tenía en el Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico como asesor de boberías. Que diga sí o no.
¿Y los coleguitas integrantes del chat de la vergüenza que lideraba Ricardo Rosselló Nevares y que le costó la renuncia a la gobernación? ¿Ninguno de ellos conserva, o ha recuperado, algún contrato gubernamental? Que la gobernadora diga sí o no.
Wanda Vázquez tiene ahora mismo una gran oportunidad de rectificar en lo concerniente a los comedores escolares. No debe esperar a que el juez superior Anthony Cuevas le ordene hacerlo, como podría ocurrir si resuelve a favor de las organizaciones sin fines de lucro que han demandado a la gobernadora.
Vázquez debe darse cuenta de que sus errores y sus malas decisiones le van a pasar factura en la primaria frente a Pedro Pierluisi. ¿O no se ha percatado de que su contrincante ni se molesta en pelearle protagonismo porque mantenerse en segundo plano ha sido hasta ahora su mejor estrategia?
Quítese la mascarilla de los ojos y empiece ya a deshacer entuertos, gobernadora. Y no lo haga por buscar votos. Hágalo por el país.
Hágalo especialmente por esa mitad de la población que no tiene comida para llevar a la mesa.