¿Cuál es tu legado?
¿Cómo quisieras que te recuerden cuando ya no estés?
Es una pregunta que su contestación describirá muy sencillamente cual será tu legado.
Ahora, generalmente, cuando conversamos sobre el legado de alguien, tendemos a dialogarlo más bien cuando una persona está al borde del retiro, en su vejez, o como parte de su elogio fúnebre en el día de su entierro.
Este año, cuando se retiró el baloncelista Kobe Bryant, nos detuvimos a celebrar sus grandes hazañas. De igual manera, cuando pereció el gran boxeador Muhammad Ali, no cesamos en analizar su gran impacto en el mundo.
Estos íconos, quiénes son grandes ejemplos de superación y logros transcendentales, los admiramos por ser figuras que quisiéramos emular. Esto debido a nuestro afán por crear un impacto en el mundo y ser reconocido por algún esfuerzo grandioso en nuestras respectivas carreras o fuera de ellas.
¿Pero cómo pretendemos lograr metas tan importantes sin alguna vez detenernos a pensar concienzudamente cómo queremos ser recordados?
¿Acaso no fue Ali quien con apenas 22 años de edad reclamó con extrema seguridad que ya era el mejor de todos los tiempos? ¿Será que con esa esa convicción a temprana edad logró encaminarse a la inmortalidad en su deporte?
Pareciera ser que entonces hemos estado esperando demasiado para analizar el legado de uno. Premisa que fue el tema central del autor Michael Hyatt, al escribir su último libro “Living Forward: A Proven Plan to Stop Drifting and Get the Life You Want” en el cual él recalca como uno puede estar a la deriva si uno continúa viviendo en autopiloto, sin activamente controlar por acción como uno quiere ser recordado.
Como dice el autor, “comienza con el fin en mente”.
El problema primordial que encuentro en nuestra ejecutoria es que muchos nos enfocamos mayormente en encontrar un empleo. Yo mismo pequé de este enfoque singular en mis años universitarios.
Conseguir un empleo si es importante, ya que todos tenemos obligaciones que cumplir y experiencia por adquirir. Pero antes, deberíamos preguntarnos; ¿qué más podemos aportar a los demás?
Si quisieras ser reconocido por algo más que un puesto profesional, pudieras seguir el ejemplo del gran Ali, quien, aunque era campeón mundial, tuvo la valentía de protestar el racismo, las injusticias sociales e incluso defendió su fe musulmana. Tan importante eran sus ideales que se reusó a participar en la guerra de Vietnam, acto que le costó su título en el 1967. Tras su muerte, las anécdotas de sus habilidades dentro del cuadrilátero eran superadas por aquellas que describían su carácter como persona.
Cada uno de nosotros, sin saberlo o no, tenemos una enorme capacidad. Por tanto, cargamos una gran responsabilidad en este mundo. No nacimos solo para consumir contenido expresado por profesores, padres, amigos y la misma televisión o internet. Poseemos la oportunidad y el potencial de crear y aportar nuestro talento para el beneficio de todos.
¿Pero, qué pasa si a lo mejor no estamos seguros quien queremos ser o cómo queremos que sea nuestro legado?
Aquí les dejo unas sugerencias:
- Siga su curiosidad. ¿Qué temas te atraen? ¿Quiénes son esas personas que admiras y quienes quisieras emular
- Complete una auditoría de sus destrezas. ¿Qué se te hace naturalmente fácil? ¿Que necesitas aprender o desarrollar para convertirte en un maestro de tu campo preferido?
- Defina claramente cuáles son sus metas. La más importante. Escriba específicamente cuáles son tus metas o aspiraciones.
- Crea un plan de acción para lograr estas metas. El tiempo es el activo más valioso del mundo ya que cada día tienes menos que ayer. Por tanto, debes imponerte un tiempo específico para lograr esta meta.
- Ejecute & repita con precisión militar. Cada persona que admiramos tiene una ética de trabajo incansable. Aunque no te identifiques con las personalidades ultra-competitivas, no existe historia de éxito sin personas que crearon el hábito de trabajar constantemente para mejorar en su materia. Dominar cualquier hazaña requiere práctica. Como dice Aristóteles, “la excelencia no es un acto, sino un hábito”. Practique en su tiempo libre para poder brillar a la hora de estrenar su talento.
Es completamente normal no estar 100% seguro que exactamente uno quiere ser de un principio. A mis 22 años yo pensé que luego de pasar el CPA iba trabajar en una misma firma 30 años, llegar a socio, casarme y tener hijos cuando estuviera completamente listo.
Apenas 6 años de graduarme he tenido 3 patronos, tuve un hermoso hijo a los 25, y me he encontrado con dificultades personales y financieras.
Sin embargo, he podido engranar en un trabajo con jefes admirables. Me he convertido un padre activo en la vida de mi hijo. He encontrado mi pasión por la escritura para ayudar a los demás. A largo plazo, quisiera influenciar positivamente a las personas para que puedan mejorarse.
¿Estoy cerca de quien quiero ser en 15, 20, 30 años? Ni cerca, pero sé que la única forma de alcanzarla es manteniendo esa sed por planificar, ejecutar y monitorear mi progreso. Solo así es que puedo acercarme al legado que tanto persigo.
Por tanto, te recuerdo que mientras estés respirando, tienes la oportunidad de forjar el legado que tanto deseas.
No permitas que la economía, las malas experiencias o el miedo define tu legado por ti. Que como dice la famosa canción de Fiel A La Vega…
“Si nada de esto significara algo, no habría un Clemente, no habría un Juliá”
Saca un tiempo para analizar. Defina claramente sus objetivos. Trace sus metas específicas y tome los pasos de acción decidida para poder alcanzarlas.
Ahora te toca a ti; ¿cuál es el legado que deseas dejar?
Sobre el Autor:
Soy CPA, Escritor, Conferenciante y actual Presidente del Capítulo Profesional de ALPFA Puerto Rico. Como eterno optimista, mi meta es compartir historias, que logren inspirar, motivar y ayudar a mi generación puertorriqueña para que juntos podamos contribuir activamente al renacimiento de nuestra isla. Sígueme en twitter @palacios247 & en Linkedin para futuros escritos.