Analfabetas Funcionales
Me doy cuenta de que últimamente ni siquiera nos miramos a la cara para decir “buenos días”, “buenas tardes”, “con permiso” o “perdona” cuando se tropiezan con uno. Vamos caminando como zombis por los pasillos con cables que cuelgan de los oídos que van directamente al celular o pegados a un receptáculo como una lapa porque nuestro dispositivo anda sin batería. Estos y muchos más son los ejemplos que vemos diariamente; así sea en la casa, el carro, de camino a clase o incluso en el trabajo.
Hemos evolucionado y eso es exquisito, pero no podemos pasar por alto las cosas importantes, como lo son la lectura, la literatura, el arte y la vida al otro lado del monitor. De las mil maneras de instruirnos y comunicarnos hemos escogido la peor, en términos de opinión. No todo debe basarse en estar frente a un monitor. Debemos inculcar la redacción y escribir una carta a mano, donde se puedan apreciar las emociones; por ejemplo, si estas llorando y se cae una gota en el papel, la persona que lo vaya a leer puede estar seguro de que esa persona estaba llorando, o incluso muriéndose de la risa, pero no, nos empeñamos en enviar un sobrio mensaje de texto o “email” por el simple hecho de que es más rápido. No estamos al tanto del daño que nos ha hecho el internet o incluso los medios de comunicación. Seguro leemos, pero se pierde esa esencia. Hemos obviado sentarnos en un escritorio a escribir. Hemos cambiado la sensibilidad por la rapidez y la sobriedad. Hemos olvidado el olor a nuevo o viejo de un libro. Se nos ha esfumado el tacto con las personas. ¿Te has fijado? Cambiamos el ser lectores y escritores con imaginación y variedad a ser “researchers” o “bloggers” donde ni siquiera la información es segura. Refutamos y refutamos sin saber si es correcto. Nos hacemos creer que lo que dicen las redes es todo cierto, no nos damos cuenta de que hemos sido cegados por data falsa que fue dirigida hacia nosotros por “link” tras “link” tras “link” y así sucesivamente.
Dejamos esos momentos especiales con la familia, amistades e incluso los libros; así como el libro del Quijote de la Mancha, el de 100 años de Soledad o hasta los poemas de Neruda o Edgar Allen Poe por una afición u observación de noticias y problemas de las personas en las redes sociales. Esas personas que dicen saber leer y escribir y escriben “ahí”, “hay” y “ay” incorrectamente. Se perdieron esos seres que nos enseñan a ver el mundo distinto, esos textos que nos enriquecen la vida y la mente. Donde se encuentran los enamorados del “diner” en los años 50 o los que se perdían en novelas de García Márquez o de cualquier otro autor por decir así. Donde se encuentran esas personas que buscaban el vivir y buscaban maneras distintas de socializar, escuchar música, cantar, bailar, disfrutar fuera de la radiación entre su celular y la computadora. Se han esfumado, se los han llevado los años. Han cambiado la buena vida en la calle ejercitando nuestro cerebro y cuerpo por un par de cables que no nos enseñan el verdadero valor de la vida. Está bien saber, está bien recordar y aprender; pero de que sirve eso si lo que estamos aprendiendo es a saber cómo olvidar. Pregúntate si te sabes el número de tu casa, el de tu trabajo o incluso el de algún familiar. ¿Te acuerdas de las tablas de multiplicar? ¿A que no te acuerdas cuanto es 9 x 3? y lo estas calculando con la calculadora en vez de tu cerebro. Hemos obviado por completo lo que nos da la vida. Lo que nos mantiene vivos. Encendamos nuestro cerebro y apaguemos los monitores. Estamos tan conectados que hemos cambiado los padres, los tíos, los abuelos, los hermanos e incluso vida social por aparatos con chips y pantallas lujosas donde salen imágenes que dicen enseñarnos, pero tristemente nos embrutecen más y más cada día. Tristemente el internet nos ha vuelto analfabetas funcionales, y si no lo crees, no leíste bien mi argumento, o probablemente lo leíste con rapidez porque te llego una notificación y querías contestarla. Pobre de nuestras próximas generaciones, los completamente analfabetas funcionales, aunque con el paso del tiempo solo les llamaremos analfabetas.