Alabama, Puerto Rico y la colonia
¿Se acuerdan de cuando hicimos las elecciones en noviembre de 2016? Como todos los cuatrienios, nos reunimos en las casas a ver los debates, estuvimos estancados en largas caravanas y unos celebraron la victoria de “los suyos” mientras otros sufrieron la entrada al poder de “los de ellos”. Sin embargo, ¿de qué nos sirve todo eso? Podemos jugar a tomar las decisiones políticas que queramos, pero al final del día una simple firma del Presidente Trump y/o una votación del Congreso que no elegimos puede cambiar el futuro de nuestra isla para siempre.
Ese es el caso de la reforma contributiva de Trump. Si nos consideran territorio foráneo en esa nueva ley, Puerto Rico sufriría una pérdida de cerca de 200,000 empleos directos e indirectos, según economistas. Pero nuestro caso colonial es tan ofensivo que una elección especial en Alabama podría cambiar el panorama actual.
Antes de la victoria del demócrata Doug Jones anoche, los republicanos podían perder el apoyo de hasta dos senadores de su partido y como quiera podían aprobar leyes por mayoría sencilla en el Senado, con el voto del vicepresidente de EEUU, claro está. Ahora, ese margen de apoyo se reduce a uno. Si el Congreso no logra votar por el tax reform de Trump antes del 27 de diciembre, fecha en que Jones entra en funciones, la aprobación de la ley será aún más cuesta arriba.
Esto quiere decir que solo hay dos maneras en que el brusco golpe que viene hacia la ya erosionada economía de Puerto Rico pueda quizás detenerse: o (1) la Cámara federal nos incluye como territorio doméstico o (2) el Congreso lleva a votación el proyecto luego de que Jones entre en funciones. Si nos fijamos bien, ninguna de las anteriores es decisión de los puertorriqueños. La primera sería una elección de los congresistas que no elegimos. La segunda gracias a los votantes de Alabama, que seguramente no sabían donde estaba Puerto Rico antes del huracán María.
Honestamente, quisiera que aquellos que alardean de vivir en una democracia me expliquen cómo esto es un trato justo hacia los boricuas. Mientras sigamos en el juego pequeño de los políticos criollos, el futuro de Puerto Rico no está en nuestras manos. Seguiremos viendo los bolsillos vacíos y los aviones llenos, mientras entre ellos se reparten contratos sin resolver la raíz de nuestros problemas: la colonia.