Populismo vs. Pragmatismo
Como internacionalista, estoy convencido de que Puerto Rico tiene que abrirse al mundo para que el mundo pueda abrirse a Puerto Rico, y que nuestro futuro depende en gran medida de ello. Por dicha razón, me mantengo al tanto de los sucesos globales dado que influyen en nuestra tierra y a menudo en nuestras oportunidades.
Recientemente, el hermano país del Perú juramentó a un nuevo presidente, Pedro Pablo Kuczynski, quien enfrentó a Keiko Fujimori, hija primogénita del presidente convicto por corrupción y actos de lesa humanidad, Alberto Fujimori. No pude evitar hallar el paralelismo entre la reciente elección histórica del Perú y las próximas elecciones puertorriqueñas, también históricas.
Así como hoy se enfrentan en Puerto Rico, en el Perú también se enfrentaron el pragmatismo y el populismo de ambos candidatos. Kuczynski es un economista con una vasta experiencia profesional que, desde el centro ideológico, pretende fortalecer la legalidad y el desarrollo económico del país. Para ello logró aglutinar una alianza, una nueva mayoría, a favor de una nueva forma de hacer política. Fujimori, por su parte, apoyándose en la demagogia y el fanatismo, pretendió resucitar la vieja generación fujimorista. Fiel representante de la política tradicional peruana, tuvo como único “atributo” ser hija del ex-presidente Fujimori. Pero eso no bastó. Su trayectoria personal y política estuvo rodeada de controversias de todo tipo, y sus principales asesores fueron quienes llevaron al Perú a una de sus etapas más oscuras y trágicas de su reciente vida democrática. Perú optó por una nueva forma de hacer política; optó por el camino del progreso y rechazó el retroceso. Los anquilosados estilos y formas de la política peruana quedaron rezagados, dando paso a la sensatez y la decencia democrática.
Mucho estuvo en juego en el Perú, y mucho lo está hoy en Puerto Rico. El pueblo peruano supo reconocer la importancia de contar con un poder ejecutivo experimentado y pragmático para enfrentar sus grandes retos. Los contrastes fueron muy marcados, rechazándose la política tradicional ideológica del pasado que, con grandes recursos, pretendió gobernar nuevamente mediante la demagogia y el fanatismo.
En Puerto Rico, como en Perú, estamos ante una oportunidad histórica y única para llevar al país al lugar que merece. Es imprescindible contar ahora con el liderato de experiencia que nos permita estar a la altura de los tiempos, que responda a nuestros intereses y haga de la crisis una oportunidad para regenerar al país.
Los peruanos tienen ante sí la gran oportunidad de continuar y fortalecer los éxitos alcanzados. Ojalá que las expectativas alentadoras que trae el gobierno de Kuczynski no se frustren, y que el Perú pueda ser uno de los principales socios comerciales de Puerto Rico. Los puertorriqueños debemos seguir el ejemplo de los peruanos, rechazando revivir los fantasmas del pasado y optando, desde el centro, por la serenidad, la experiencia y la responsabilidad. Eligieron a un Perú nuevo y diferente, apolítico, apartado de la demagogia y el fanatismo. Elijamos también nosotros una opción que aglutine y convoque a una nueva mayoría de puertorriqueños, los que creemos que en nosotros está el poder de hacer el cambio.