@realDonaldTrump
Donald Trump no ha defraudado a quienes pensamos que sus acciones serían descabelladas y contraproducentes. No solo estábamos convencidos de su ineptitud e incapacidad para ser Presidente de los Estados Unidos (EEUU), sino que ha pocas semanas de juramentar al cargo confirmó nuestras sospechas, superando los peores pronósticos. Este es solo el comienzo, y lo peor estar por venir. El mundo enfrenta una dura prueba.
México, los refugiados y el ObamaCare fueron las primeras víctimas. Irán, Cuba, China, la Organización de las Naciones Unidas y la Organización del Tratado del Atlántico Norte aguardan su turno. No hay duda que serán las siguientes víctimas de las próximas acciones exacerbadas del recién estrenado Presidente.
México fue su primer fracaso de política exterior, que no fue mayor dada la ecuanimidad, que a veces roza en docilidad, del presidente mexicano Peña Nieto. Trump demostró no estar apto para la sutileza y decoro que exige la diplomacia, y que le dirige el exabrupto y la soberbia. Las relaciones entre México y los EEUU han sufrido un daño irreparable que solo el próximo presidente norteamericano podrá reparar. Ambos tienen las de perder, pero Trump aún más, pues en él descansa la responsabilidad del deterioro. Demás está decir que el muro maldito de Trump, no es solo un muro contra México y América Latina, sino contra el mundo.
Más dramático e inaudito ha sido la restricción de la entrada de ciudadanos y refugiados de algunos países de mayoría musulmana. Con esta acción, Trump manifiesta su más cruda insensibilidad ante el drama humano de niños y mujeres, que independientemente de su religión, son víctimas de la guerra y persecución, que en muchos casos los mismos EEUU tienen parte de responsabilidad. Las restricciones han recibido la condena mundial de forma unánime, y ha hecho más visible la urgencia de la tragedia y de establecer una estrategia coordinada para dar refugio a aquellos que algún día pudieramos ser nosotros.
La sinrazón y el infortunio causado por Trump han logrado unir y movilizar, no solo a la sociedad norteamericana, sino a casi todo el mundo. Es desafortunado que la solidaridad y la sensibilidad ha de manifestarse solo cuando ya tenemos de frente la desgracia, y no antes para evitarla.
Para Puerto Rico las consecuencias no pueden ser peores, ya que somos gobernados por un maniaco y megalómano que no elegimos llamado Donald Trump. Cualquier cosa puede pasar en Puerto Rico. La única certeza es que atender la crisis y las necesidades de los puertorriqueños no son su prioridad. Igualmente, bajo Trump la anexión pasó a ser una fantasía y espejismo aún mayor. No hay duda, que Puerto Rico se encuentra solo y a la deriva en el camino hacia su recuperación hasta que termine la relación de subordinación colonial.
Está por verse aún si las presiones de los estadounidenses y del mundo, junto al gobierno permanente norteamericano como aliado, podrán poner freno o al menos diluir las acciones de Trump.
No es absurdo y es alentador la predicción del cineasta norteamericano, Michael Moore, de que Trump no culminará su mandato presidencial. Recordemos que Moore predijo con éxito que Trump ganaría las elecciones cuando nadie apostaba por ello.
No hay duda que las recientes acciones de Trump están pavimentando el camino hacia el cumplimiento de la profecía de Moore. En este momento, entiendo que sería lo mejor que pudiera pasarle al mundo.