El modelo económico colonial caribeño
Es muy importante entender la naturaleza de todo modelo económico colonial ya que los países caribeños sufren hoy las consecuencias de ese modelo en su desempeño económico. En otras palabras, la vulnerabilidad de las economías caribeñas es un legado de las políticas económicas coloniales. Las economías caribeñas se caracterizan por la escasa diversificación, típico de economías que dependen de uno o dos productos agrícolas para la exportación.
La colonización española en el Caribe se concentró en las Antillas Mayores dejando despobladas las Antillas Menores, aunque reclamaba su soberanía. La presencia británica, holandesa y francesa en el Caribe comienza en el siglo XVI coincidiendo con las derrotas españolas en Europa, lo que hizo que España abandonara sus reclamos de las Indias Occidentales no habitadas. Además, bucaneros y piratas ayudaron a debilitar el poderío español en la zona, afianzando así los asentamientos europeos. De esa manera el siglo XVII se caracterizó como el de la conquista definitiva de las Indias Occidentales por Gran Bretaña, Francia y Holanda. El Caribe se convirtió así en la primera colonia de ultramar de Europa. Gran Bretaña utilizó sus colonias del Caribe como experimento para lo que sería la política colonial británica en todo el Imperio.
Desde el primer asentamiento europeo la justificación de la colonia siempre fue aportar a la salud y prosperidad de la Metrópoli. Específicamente la colonia debía proveer productos tropicales que necesitaba la metrópoli y que no podían cultivarse en Europa por razones climáticas. De esa manera las colonias debían ser complementos económicos de la metrópoli. Se suplía lo que el otro no tenía: la colonia productos tropicales y la metrópoli productos para la supervivencia en las colonias.
Las colonias europeas en el Caribe eran tan importantes para las metrópolis que en siglo XVII la pequeña isla de Barbados era la colonia más importante del Imperio Británico, incluso más importante comercialmente que las colonias de Virginia y Maryland juntas.
A Europa le interesaba los productos tropicales de sus colonias caribeñas y en ningún momento existió el propósito de desarrollarlas. Esa política colonial de carácter mercantilista estableció las raíces del subdesarrollo y las diferencias entre las colonias caribeñas. La política económica colonial carecía de un poder central que elaborara políticas uniformes en las colonias; cada colonia se trataba como un mundo aparte e independiente de las otras. Se decía que cada colonia caribeña se encontraba más cerca de la metrópoli que a su colonia vecina. Cualquier parecido con la realidad actual es pura coincidencia.
La soberanía trajo la oportunidad a los países caribeños de fortalecer y diversificar sus economías, pero a pesar de eso se encuentran condenados a lidiar con economías neocoloniales. Su posición geográfica y su reducido tamaño les condenan a una especie de clientelismo político y económico.
Insuficiencia alimentaria, tamaño y dependencia son factores que están vinculados al subdesarrollo del Caribe. Los países caribeños se caracterizan por ser economías pequeñas, con pocos recursos humanos, de carácter mono sectorial muy vulnerables a los mercados internacionales, a los desastres naturales y dependientes del exterior. Son economías que producen lo que no consumen y consumen lo que no producen. Las consecuencias de esa vulnerabilidad se ejemplifica de manera general con un alto índice de desempleo, ingreso per cápita bajo, falta de vivienda, malnutrición, desgaste de los servicios sociales (salud, educación), alto índice de deuda, violencia, crimen y emigración.
Poco a poco, y gracias a la soberanía, muchos países del Caribe han realizado avances para abandonar el legado colonial de sus economías y trabajan arduamente para su diversificación. Lo que ha quedado demostrado es que todo país caribeño que es hoy soberano está mejor que cuando era colonia, por lo que la soberanía ha probado ser una herramienta indispensable de crecimiento y desarrollo.