Venezuela en una encrucijada
Si pudiéramos personificar a una nación, se diría que el reciente proceso electoral venezolano fue un grito de reconciliación y unidad nacional, un grito de cambio para que la oposición y el gobierno venezolano trabajen unidos en la solución de los graves retos que enfrenta la nación suramericana.
La victoria contundente de la oposición venezolana agrupada en un collage variopinto no fue sorpresa para nadie. Parece evidente que los venezolanos, a través del voto, han propiciado una gran oportunidad para construir una Venezuela nueva alejada de la confrontación y la imposición.
Son varias las razones que explican la victoria de ⅔ partes de la Asamblea Nacional por parte de la Mesa de Unidad Democrática (MUD). Sin lugar a dudas, la grave crisis económica por la que atraviesa Venezuela fue un factor determinante. Aunque el presidente Nicolás Maduro continúa argumentando teorías conspirativas y de una “guerra” económica para justificar la incapacidad de su gobierno para enfrentar la crisis, la explicación está en un problema histórico estructural de Venezuela de depender casi exclusivamente de los ingresos por las exportaciones de petróleo y sus derivados, que en el último año ha caído estrepitosamente. Es la historia que se repite, una y otra vez, y con la que los venezolanos nunca escarmientan. Se podría argumentar que, más que una bendición, el petróleo ha sido una maldición para el hermano país. La condición de país productor y exportador de petróleo ha dificultado la diversificación de la economía para disminuir así su dependencia al dinero fácil que estas exportaciones proveen. Igualmente, impide el desarrollo de la tan necesaria producción de energía renovable. En otras palabras, están más que justificadas las críticas a los gobiernos venezolanos que no han sabido aprovechar los intervalos de bonanza petrolera para diversificar su economía. Esperemos que luego de lo ocurrido en los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro los venezolanos hayan aprendido la lección y aprovechen el próximo periodo de bonanza petrolera para lograr la tan anhelada diversificación de su economía.
Otro factor es la inseguridad ciudadana en Venezuela que ha sido el gran fracaso de los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. La criminalidad ha alcanzado niveles alarmantes y la situación está fuera de control. El MUD ha sabido recoger magistralmente el reclamo popular y tomar ventaja de este fracaso gubernamental.
Justamente o no, la encarcelación de opositores venezolanos, como Leopoldo López, Daniel Ceballos, Manuel Rosales y Antonio Ledezma, ha perjudicado la imagen del gobierno de Nicolás Maduro al punto de que existe una percepción a nivel nacional e internacional de arbitrariedad antidemocrática; imagen que queda acentuada ante la advertencia de Nicolás Maduro de vetar cualquier intento de indulto por parte de la Asamblea Nacional. La encarcelación de opositores, además, logró un mayor consenso y unión de propósito en la oposición venezolana. En otras palabras, con la encarcelación de opositores, el Gobierno venezolano logró lo previsible: la unidad de la oposición venezolana.
Sí ha sido una sorpresa grata la unidad manifestada por la oposición venezolana que representa en esta ocasión en el MUD. No se trata de la misma oposición histórica que por los pasados 16 años hemos visto. Estamos ante una oposición renovada, cohesionada y bien organizada, que ha aprendido de sus errores del pasado y se presenta ante el País con un discurso conciliador en defensa de los logros sociales del chavismo. No existe duda de que el principal reto que enfrenta la oposición es poder mantener esa unidad demostrada recientemente.
A lo señalado anteriormente, debemos contrastar lamentablemente el inmovilismo y tradicionalismo de Nicolás Maduro, que se mantiene en el búnker del chavismo resistiendo a cualquier cambio. El chavismo está acostumbrado a ganar procesos electorales y gobernar en solitario. Está por verse cuán capaz es Nicolás Maduro y el chavismo de adaptarse a las nuevas circunstancias y al reclamo del pueblo venezolano de unidad y consenso.
Esperemos que luego de la resaca electoral, el presidente Maduro reflexione y haga una introspección seria sobre lo ocurrido y sus repercusiones. Asimismo, es importante asumir la responsabilidad por lo ocurrido. Lo contrario sería la enajenación y el desasosiego, y podría propiciar una mayor división, inestabilidad y confrontación de la sociedad venezolana que ahondaría la crisis actual.
Si el gobierno de Nicolás Maduro desea realizar un gesto contundente de reconciliación con la oposición y enviar un mensaje de tranquilidad y estabilidad al mundo, debe ser a través del indulto de los miembros de la oposición venezolanos encarcelados. Las señales post-electorales no son positivas, pero es conveniente e inteligente despacharlas como parte del frenesí electoral.
Una gran incertidumbre es el papel que jugará la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en este nuevo escenario político. Son muy positivas las declaraciones preliminares en el sentido de que estarían muy cómodos en un papel de mediador. Si ese fuera el caso, hablaría muy bien de los militares venezolanos y probablemente sería uno de los mayores logros del chavismo.
Es importante que todas las partes demuestren madurez política. La oposición ha hecho manifiesta su capacidad de adaptación y rectificación; el gobierno de Maduro debería hacer aún más. Por el bien de Venezuela, esperemos que ambas partes se encuentren en un punto medio del consenso y la reconciliación que los venezolanos exigen.