María tiene algo para ti
De la solidaridad al desespero hay un paso y de la apatía a la esperanza otro. Hoy domingo se cumplen tres semanas y cuatro días desde que el devastador Huracán María pasó por nuestra Isla. Los estragos que este fenómeno ocasionó son evidentes desde ese 21 de septiembre, cuando la tarde nos develó otro Puerto Rico.
Después del sentimiento inicial de susto y asombro la solidaridad se abrió paso entre la gran mayoría de los residentes de nuestro adorado terruño. El deseo de asistir a vecinos, familia y hasta desconocidos se convirtió en la orden del día. “¿Necesitas ayuda?”, era un saludo constante esos primeros días.
Pero el tiempo, aliado en ocasiones y traicionero en otras, está comenzando a pasar factura. Aunque afortunadamente aún el deseo de ayudar y la empatía al prójimo predominan, hay semblantes que comienzan a reflejar cejas fruncidas, caras largas y labios donde afloran con facilidad palabras de vocabulario no aptas para menores.
Hace unas semanas hacía fila junto a mis hijos y esposo en una gasolinera. Estábamos en “la fila de a pié” y ya habían pasado casi dos horas. Cuando casi llegaba nuestro turno varias abejas nos rodearon y al cabo de unos minutos una de ellas depositó su afilado aguijón sobre uno de mis meñiques. Pero, mientras las lágrimas bajaban por mis mejillas del intenso dolor y ardor que sentía, en un santiamén la señora que hacía fila justo detrás de nosotros me puso un algodón con alcohol en el dedo para auxiliar mi herida. ¡Hasta una Benadryl sacó de su cartera para asegurar que mi cuerpo rechazara cualquier reacción alérgica que pudiera asomarse tras la picada! “Hay que estar preparada siempre”, me dijo Ivelisse Pizarro, quien luego conocí era maestra de español en una escuela de Bayamón, mientras le agradecía su sincera y rápida ayuda.
Pocos días después, mientras me dirigía a buscar a mis hijos a su escuela, un conductor casi frenó con mi vehículo en una céntrica y muy concurrida avenida. Les confieso que el ruidoso frenazo que dio su vehículo me dejó temblando por buen rato, pero más me dolieron las palabras soeces que me gritó, a pesar de que el que había hecho un corte indebido y casi me mata era él.
Esos dos incidentes, junto a otros más, me han hecho reflexionar en lo que estamos viviendo. Y lo que nos falta… Gente, se que es fácil decirlo y difícil ponerlo en práctica, pero tratemos de tener paciencia, aguante, empatía y solidaridad. Tod@s lo necesitamos. Desde l@s maestr@s que al igual que todos sufren las incomodidades de estar sin luz y/o agua pero ahora más que nunca deben abrazar su vocación y demostrar el amor y cariño que nuestros niños necesitan hasta l@s enfermer@s que cansad@s en su doble turno deben también mostrar sus quilates y auxiliar a la cantidad de pacientes que llenan las salas de emergencia del País que están funcionando.
Menciono estos dos ejemplos, pero todos estamos en el mismo bote. “Ahora es cuando más se necesita demostrar el compromiso por Puerto Rico“, me dijo un entrevistado hace unos días. Claro, habrán días más difíciles que otros, tapones, frustraciones, incertidumbres y corajes que nos llenarán de apatía, nervios y tristeza. Es normal, pero rendirse es muy fácil. Tratemos de que nuestra mirada se fije en esa luz de esperanza al final del tunel y nuestro corazón en el prójimo, especialmente en el más necesitado. Ahora es cuando más urge ayudarnos unos a los otros. Como dice el cantante Vico C, el Filósofo, en su canción “María tiene algo para ti, what is it?”. Optemos por un mejor Puerto Rico.
¡Hablamos pronto!