La crisis
Los que quieren crear una crisis en Washington deberían darse la vuelta más a menudo por aquí.
El ‘establishment’ republicano anda como loco tratando de explicar que las posturas de los Donald Trump y Ben Carson no representan la visión generalizada de su partido.
En la Cámara de Representantes, donde la mayoría republicana no ha podido mantener funcionando el gobierno sin la ayuda de los demócratas, han entrado en un caos tras la renuncia de John Boehner a la presidencia y la consecuente implosión de la candidatura del portavoz de la mayoría Kevin McCarthy a sucederle.
Más que la salida Boehner, quien decidió hacer público su ‘no más” después de haber logrado la visita del papa Francisco a Washington, la retirada de McCarthy de la contienda por la presidencia jamaqueó a los republicanos y dejó en un auténtico caos al caucus cameral.
Como Boehner, McCarthy se convenció de que quizá pudiera alcanzar la presidencia temporalmente, pero no la iba a poder gobernar, debido a la oposición de los más conservadores, reunidos en el Freedom Caucus.
Hasta el momento la única figura de consenso, Paul Ryan – con tres hijos menores de edad-, dice que prefiere quedarse como presidente del Comité de Medios y Arbitrios, para trabajar el área de las contribuciones que le apasiona. Está convencido de que el ‘speaker’ debe ser una persona con el ‘nido vacío’, es decir sin hijos menores de edad, para poder dedicarle al puesto todas las horas que requiere y pasarse en un avión los fines de semana recaudando fondos para sus colegas.
Hay un esfuerzo masivo por tratar de que reconsidere.
Elegido por un distrito de Wisconsin, Ryan fue el pasado candidato republicano a la vicepresidencia.
Le votó en contra al proyecto 2499 de status del comisionado residente en Washington, Pedro Pierluisi, y en el pasado ha propuesto legislación que significaría implantar recortes en las asignaciones actuales que recibe Puerto Rico de Medicaid y el PAN.
Al próximo ‘speaker’ le tocará decidir si mantiene la política republicana de engavetar los proyectos pro estadidad que impulsa el Partido Nuevo Progresista (PNP) y determinar si da paso a alguna medida dirigida a aliviar la crisis fiscal de Puerto Rico como el 870 sobre el capítulo 9 de la ley federal de quiebras que ya frenaron sus colegas.
¿Crear una crisis en Washington?
En el panorama no hay mayor potencial de crisis que un impago general del gobierno de Puerto Rico sobre sus obligaciones de deuda y eso al parecer no aguanta hasta las próximas elecciones. Han visto la caída en espiral de la economía de la Isla, la emigración masiva y nada han hecho.
Por ahí siguen hablando de la posibilidad de crear una junta federal de control fiscal, como si hubiese disposición en Puerto Rico a aceptar que el sistema colonial actual regrese a sus peores momentos de principios del siglo pasado, en momentos en que ni en el Ejecutivo ni el legislativo federal hay voluntad para descolonizar la Isla.
Una cosa es el poder plenario del Congreso sobre Puerto Rico.
Otra cosa es que después del electorado de Puerto Rico haber votado en noviembre de 2012 en contra del status territorial, vayan ahora a la Isla un grupo de enviados del Congreso, a retomar La Fortaleza, para devolver al país a la era en que no se podía ni elegir gobernadores para decidir cuándo se debe arreglar el hueco de una carretera o es momento de inaugurar un puente en Orocovis.
¿Qué aspirante a gobernador se va a postular bajo la premisa de que será, ya sin disimulos, el ‘chief of staff’ de los federales que vengan a administrar el presupuesto local?
Llevan casi dos años promoviendo la idea y aun no hay ni un solo congresista dispuesto a proponer la creación de la junta federal de control fiscal.
No son bobos, saben que no puede ser una decisión a la ligera, pues con ese tipo de junta no solo asumen oficialmente el problema de la deuda pública de Puerto Rico y las potenciales demandas en los tribunales, sino que tendrían que enviar emisarios a lidiar con las uniones, partidos y firmas de inversiones, entre otros.
Y ni hablar de que sería inaudito que llegaran sin un plan para acabar con el problema colonial que le habrían dejado a la comunidad internacional más claro que nunca.