El accidente aéreo en Savannah
La Fuerza Aérea de Estados Unidos atribuyó a fallas del piloto y la tripulación el estrellamiento en Savannah, Georgia, del avión Hércules WC-130 que el pasado 2 de mayo causó la muerte a nueve militares de la Guardia Nacional Aérea de Puerto Rico.
Aunque la investigación confirmó que el motor número uno, el más a la izquierda, experimentó una disminución significativa en las revoluciones por minuto y por ende una pérdida de fuerza, el informe de la Fuerza Aérea sobre el accidente, divulgado ayer, sostiene que el accidente se produjo por un error del piloto, José Román Rosado, y la tripulación no haber tomado medidas para abortar el despegue.
El motor averiado fue el mismo que estuvo bajo reparación, casi todo un mes, en Savannah, desde donde salió aquel 2 de mayo con dirección hacia Tucson, Arizona, donde sería decomisado.
Entre las fallas que establece el informe, se indica que el avión no hizo una pausa en el recorrido de despegue por la pista, lo que se denomina un despegue ‘estático’, que aunque no es obligatorio suele hacerse en el primer vuelo del día, y permite examinar el funcionamiento de los motores y de la nave en general.
Cuando el avión fue a tomar vuelo, las revoluciones por minuto que le dan fuerza estaban en un 65% y el empuje del motor se redujo significativamente, en un 90%, es decir de 4,000 caballos de fuerza a menos de 300.
“Esta pérdida de potencia de un motor no fue reconocida por la tripulación, en particular el ingeniero de vuelo, cuya responsabilidad principal durante el despegue es monitorear el rendimiento del motor mediante los medidores, luces de advertencia e indicadores de detección de incendios”, indica el informe, suscrito por el presidente de la Junta de Investigación de Accidentes de la Fuerza Aérea, el general de brigada John C. Millard.
Según la investigación, además, el piloto manejó incorrectamente el timón izquierdo del avión, que casi se salió de la pista al momento de la rotación para emprender vuelo.
Uno de los tripulantes hizo un llamado equivocado a subir los alerones de las alas. Y el piloto falló además en ordenar que comenzara la retracción de los alerones.
Aunque unos 15 segundos después del vuelo el motor uno recobró parcialmente el poder, con entre 94% y 95% de las revoluciones por minuto, volvió a fallar, por lo que el piloto ordenó, a 380 pies, que fuese apagado.
El documento agrega que el piloto no debió de haber hecho un viraje de corrección hacia la izquierda siendo ese el lado donde estaba el motor averiado. En el momento de la emergencia hizo un viraje de 19 grados, contrario a las instrucciones del manual de vuelo.
Menos de dos minutos después de haber despegado del aeropuerto internacional, la nave se estrelló en la autopista estatal de George 21, a 1.5 millas del aeropuerto. Todos los soldados murieron de forma inmediata.
Además del piloto Román Rosado, murieron en el accidente el mayor Carlos Pérez Sierra, el copiloto David Albandoz, el sargento Jan Paravisini, Jean Audriffred, el ingeniero de vuelo Mario Braña, el sargento Víctor Colón, Eric Circuns y Roberto Espada.
El avión no pudo ser reparado en las instalaciones de la unidad 156 de la Guardia Nacional Aérea de Puerto Rico, debido a los daños causados por el huracán María. Por eso, fue llevado a Savannah.
Bajo circunstancias normales, la nave hubiese sido reparada en la isla, desde donde hubiese volado directamente a Tucson para ser decomisada.