Este mes de marzo ha sido uno de mucha actividad con relación al tema del estatus en el congreso de los Estados Unidos. Aunque a través de los años se han presentado innumerables proyectos de estatus que no han llegado a ningún lado, hoy existen dos proyectos con niveles significativos de co-auspiciadores. Por un lado, hace unas semanas el congresista Darren Soto (D-FL) y la comisionada residente Jennifer González (R-PR) introdujeron un proyecto de admisión para Puerto Rico, el cual estaría sujeto a un voto de ratificación ‘si o no’ en la isla una vez aprobado por el congreso y firmado por el presidente. El mismo cuenta con cincuenta y siete auspiciadores entre el senado y la cámara federal. Por el otro lado, las congresistas Nydia Velázquez (D-NY) y Alexandria Ocasio-Cortez (D-NY) radicaron ayer un proyecto de ‘convención de estatus’ que cuenta con más de ochenta auspiciadores, incluyendo ocho senadores.

Esta realidad se diferencia de la de muchos congresos en la historia reciente, donde se presumía de antemano que el tema de estatus probablemente sería ignorado a cambio de otras medidas de urgencia para Puerto Rico. Con la llegada de la crisis de la deuda, el huracán María, los terremotos, la pandemia y otras prioridades que requerían atención congresional, se agudizó este pensamiento. Tan recientemente como el 2019, Raúl Grijalva (D-NM), quien preside el comité congresional con jurisdicción sobre Puerto Rico, indicó que el estatus era importante discutirse, pero no era prioridad. Reconociendo que los republicanos jamás darían paso a una medida de estatus para Puerto Rico, enfocar los recursos de su comité en otras medidas constituía una ruta más práctica para poder ayudar a la isla en ese momento.

En el 2020, sin embargo, las fichas cambiaron. A la sorpresa de casi todos, los demócratas lograron ganar control sobre ambas cámaras del congreso de los Estados Unidos, al igual que la presidencia con la elección de Joe Biden. Sin la oposición férrea de Mitch McConnell a la descolonización, quien controlaba el Senado, se abrió naturalmente la posibilidad para que se apruebe un proyecto de estatus en el congreso. 

Además de esto, en las elecciones locales del 2020, más puertorriqueños votaron por la estadidad que por cualquier otro candidato/a a nivel isla, lo cual envió un mensaje claro a los que siguen este tema de que los puertorriqueños quieren un cambio de estatus. Por ejemplo, el mismo congresista Grijalva cambió de postura en tan sólo un año y promete celebrar vistas sobre estatus en el congreso en el 2021. Además, se comprometió a darle paso a un proyecto de admisión, de este contar con el apoyo necesario en el comité.

El hecho de que hay dos proyectos de estatus con apoyo serio en el congreso hace evidente el apetito que existe para bregar con este tema en el futuro cercano. Además de la posibilidad de que un proyecto de estatus llegue a aprobarse,  que sería lo ideal, estos proyectos producirán innumerables oportunidades que elevarán y darán prioridad a la discusión de estatus, incluyendo vistas congresionales, reuniones con miembros del congreso y el ejecutivo, y foros en el sector grassroots. Estas discusiones serán positivas para Puerto Rico, ya que este es un tema que usualmente se ignora con facilidad en esos niveles.

Como estadista, yo apoyo el proyecto de admisión para Puerto Rico porque considero que es la ruta más rápida para resolver el estatus, responde directamente al voto del plebiscito de noviembre, y pone la decisión final en manos de los puertorriqueños a través de un proceso vinculante. Ese debe seguir siendo nuestro mensaje. Sin embargo, los estadistas tampoco podemos cometer el error de pensar que un proyecto de admisión se va a aprobar sin el apoyo de aquellos que actualmente apoyan el proyecto de convención de estatus. 

Las circunstancias creadas por el control demócrata del congreso es lo que abrió la posibilidad de que se pudiera aprobar un proyecto de estatus este año. Lo peor que puede pasar para Puerto Rico es que no se termine aprobando nada a causa de divisiones entre puertorriqueños. El resultado de un impasse, a pesar del nivel de apoyo que tienen ambas medidas de estatus separadamente, sería darle nueva vida a un ciclo indefinido de colonialismo. Sólo la isla y sus residentes terminarían sufriendo las consecuencias de cualquier intransigencia.

Reconocer esta realidad es reconocer que la congresista Velázquez, proponente principal del proyecto de convención de estatus, es alguien que tiene muchísima influencia dentro del caucus demócrata y con la presidenta de la cámara Nancy Pelosi (D-CA). No es en lo absoluto controversial reconocer que su apoyo es necesario para cualquier medida de estatus que tenga posibilidad de aprobarse en este congreso. 

Además, Nydia Velázquez no es una enemiga de Puerto Rico. Aunque la congresista nunca ha estado a favor de admitir a Puerto Rico como estado, ella siempre ha buscado ayudar a Puerto Rico de otras maneras dentro de la actual condición territorial. En cuanto al estatus, el hecho de que ella esté liderando un proyecto cuyo propósito es ponerle fin a la colonia, y que bajo esa premisa ha conseguido el apoyo de más de ochenta compañeros/as en la cámara, representa un avance significativo de sus posturas. 

Para que esto funcione, sin embargo, también es necesario que el bando de la congresista Velázquez reconozca la importancia de buscar el apoyo del sector estadista. Sin eso, se limitan innecesariamente las posibilidades de aprobar un proyecto de estatus en el congreso, y fomentaría las divisiones que existen en la isla. Peor aún, nos estaríamos arriesgando a un ciclo indefinido de colonialismo si los republicanos logran retomar la cámara o el senado en el 2022. 

En fin, un proyecto de estatus sólo tiene posibilidad de aprobarse en el congreso si cuenta con el apoyo de todos los demócratas, quienes controlan ambos cuerpos legislativos y la casa blanca. Gracias a los esfuerzos históricos detrás de los proyectos de admisión y de convención de estatus, la descolonización para Puerto Rico cuenta con apoyo mayoritario dentro del caucus demócrata en la cámara baja, y con el apoyo de casi una mitad del caucus en el senado. Si nuestro norte es resolver el estatus, y ambos bandos alegan que así es, en algún momento nos va a tocar sentarnos en una misma mesa y escoger un proceso que todos podamos apoyar. La alternativa es más años de colonialismo.