Mucho se ha hablado del incidente lamentable en donde una perra muere en un campo de golf en Rio Grande a punta de pistola. Las reacciones a este acto han tenido repercusiones en todo el país y en todos los sectores más allá de los defensores de los animales. Como persona respetuosa de la ley y el orden preferí no reaccionar de manera apasionada a estos hechos esperando que el tribunal evaluara la prueba en su fondo y emitiera un veredicto justo conforme a la ley.

Sin embargo, luego de haber escuchado algunas expresiones en su defensa, con todo el respeto,  entiendo que merecen ser comentadas y eso me propongo en este escrito.

Los “perros realengos” es un problema social producto de nuestra propia creación como sociedad. Es decir, el abandono, la falta de empatía, la falta de compasión y el desechar a un ser vivo que depende de nosotros nos ha llevado a donde estamos. No son una plaga como indica el abogado, son otra forma de vida que depende enteramente del humano para sobrevivir y a los cuales hemos condenado a vivir una vida miserable y continuara así si no hacemos algo pronto. Los perros de la calle no son cucarachas, son mucho más que eso.

Un perro que tiene rabia no es asintomático. A leguas un perro o mangosta con rabia puede identificarse y sospecharse que la tiene por su comportamiento errático, su manifestación física y extrema agresividad.  La necropsia del animal se practica conforme a un protocolo cuando existe sospecha razonable de rabia, ese no fue el caso con la perra del campo de golf. Procedo a aclarar que la leptospirosis no se trasmite por la mordida de un perro, se transmite por la orina solo en casos en que un animal, también de un humano, tenga la enfermedad.

Para darles una idea, en Puerto Rico sólo ha habido tres (3) casos documentados por muerte de rabia en humanos desde 1975, según datos del Departamento de Salud. De los “perros realengos” se documentó uno en 1975 y otro en 2003 y por mordida de mangosta otro en 2015. Aunque no cabe duda que debemos ser precavidos cuando hablamos de la salud y las enfermedades zoonóticas, el punto es que estadísticamente es sumamente baja la incidencia de muerte por transmisión de rabia en Puerto Rico. Nada de esto justificaría pegarle un tiro a cada “perro realengo” que se nos acerque porque debemos “tenerles miedo a los perros realengos”.

Al final de la entrevista se comenta que los “perros realengos porque se vean bonitos, no dejan se ser peligrosos” y yo diría que porque una persona, cualquiera que sea, se vea respetable o bien vestida, no deja se ser peligrosa o más violenta que los perros, porque, a diferencia de los animales, los humanos tetenemos la capacidad de utilizar pistolas y hacer mucho más daño. Un animal reacciona por instinto, el humano tiene la capacidad de discernir entre lo que es correcto e incorrecto.

En resumidas cuentas, todo esto es parte de una problemática que tenemos como país, la sobrepoblación animal, los criadores de animales ilegales, falta de educación sobre el tema del bienestar animal, el abandono, falta de empatía y compasión que cada vez es más visible. Esto ha llevado al Gobierno, organizaciones del bienestar animal y a la empresa privada a buscar maneras de trabajar con el reto que es nuestro.

La verdadera plaga no es los “perros realengos”, somos nosotros los humanos que cada vez tenemos menos tolerancia y empatía a todos los niveles de nuestra sociedad. A esos es que hay que tenerle miedo…