Pirotecnia y el Bienestar Animal-Parte I
Llegó la época navideña y junto con ella iniciamos preparativos familiares para las fiestas y el compartir entre amigos. La Navidad es un momento de reflexión y para dar lo mejor de nosotros al servicio de otros. Hoy quiero compartir con ustedes sobre un tema, que según uno se va educando, adquiere una importancia que antes no lo tenía.
Se trata de como celebramos las fiestas, particularmente la despedida de año. Tradicionalmente los ruidos provocados por los efectos de la pirotecnia han sido parte de nuestra celebración, como lo fueron una vez los temerarios tiros al aire que provocaron muchas muertes y accidentes lamentables, incluyendo menores de edad. Levantar conciencia y modificar conductas asociadas a esos eventos tomó una década y se logró a través de la educación, creando campañas masivas en la radio, prensa y televisión. Para ello contamos con el esfuerzo del gobierno, la empresa privada y la comunidad que se unieron de manera solidaria para llevar el mensaje al país. Igual ocurrió con el uso de los cinturones de seguridad en los vehículos que hoy evitan muchas muertes y accidentes en nuestras calles.
Ahora nos toca aplicar ese mismo nivel de compromiso con nuestros animales. Tal vez de momento eso no sea relevante para cierto sector de nuestra sociedad, pero les aseguro que cada vez es más grande el apoyo que las organizaciones en pro del bienestar animal reciben para que se discutan estos temas y se continúe avanzando para que sea una más compasiva y entienda el daño irreparable que los ruidos de la pirotecnia provoca en nuestros animales. No se trata solo de nuestras mascotas más comunes como perros, gatos, aves, caballos. Se trata de todos animales que conviven junto a nosotros en nuestro terruño. Ellos son también seres vivos que sienten y padecen. Lo que para nosotros los humanos puede ser una diversión, para ellos se torna en una verdadera pesadilla. Y esa pesadilla es extensiva a sus cuidadores y guardianes que pasan el dolor de ver a sus mascotas desesperados y se lastiman, perdidos e inclusive muertos por esos efectos tan contundentes que provoca en ellos.
Solo para que tengamos una idea, un perro tiene la sensibilidad auditiva cinco o seis veces mayor a la de un ser humano. Si para nosotros asusta el ruido fuerte de la detonación de un “cherry bomb” imagínese lo que será para su perro o para los miles que están abandonados en las calles. Eso se llama empatía, compasión y como sociedad tenemos que entender que llegó el momento de tener una sana convivencia entre todos los seres vivos que compartimos nuestra isla. Los efectos de las detonaciones no se limitan a los animales, también a personas como envejecientes, niños con ciertas condiciones entre otros.
Pero no todo está perdido, las crisis y los grandes retos provocan oportunidades y con eso quiero concluir esta primera de tres series de escritos sobre el tema. Un grupo de 40 organizaciones comprometidas con el bienestar animal en Puerto Rico han tomado un paso adelante para emprender una campaña educativa sobre este asunto tan importante. No podemos dejar al gobierno que sea el único responsable por educar. Para mí, aparte de llevar un mensaje sobre este tema, significa un paso de gran avance unirnos todos en este proyecto y en muchos otros que vendrán en el futuro. Les incluyo parte de la campaña en medios de comunicación y las organizaciones que son parte de este esfuerzo. Accedan sus páginas en Facebook y verán más detalles de interés para continuar educándonos.