Querido Jesús
Los otros días escuchaba a través de las ondas radiales una canción que popularizó el cantautor puertorriqueño Tommy Torres llamada “Querido Tommy”, en la que detalla a ritmo de balada la carta de un seguidor en la que le cuenta su problema en el amor. Y en la columna de hoy se me ocurre hacer algo parecido, ya que al igual que a este gran cantautor también recibo cartas (las cuales disfruto recibirlas) de mis lectores en las cuales relatan sus experiencias y no necesariamente en el amor, sino sus inquietudes e historias en el mundo de baile o en mejor dicho el baile al final es el tema central o el dilema en algunos casos.
Hoy quiero compartir algunas historias (obviamente de forma anónima) ya que quizás algunos de ustedes se sientan identificados y a la vez les ayude si pasaron por algo similar.
1ra carta – Mi esposa baila pero yo no
Esta carta la recibí algún tiempo en el que este caballero me escribe con la preocupación de que su esposa baila y él no. Me explica que van a fiestas o actividades y no puede bailar ya que siente una combinación de vergüenza y miedo a la hora de ejecutar varios pasos de baile. Sin embargo, me llama la atención cuando me dice que está cansado del asunto y quiere tomar clases para sorprender a la esposa y cambiar en algo sus rutinas. En realidad me sorprendió lo que me dice el caballero ya que son muy pocos los hombres que les preocupan esos detalles de aprender a bailar para disfrutar esa actividad con su pareja; otros simplemente les dicen vete sola a bailar o no bailes porque no te quiero ver bailar con otro. Conclusión: terminó tomando clases y me imagino que hoy en día ya no siente vergüenza ni miedo al bailar con su pareja. Definitivamente “acumuló puntos” como decimos en Puerto Rico.
2da carta – El baile provoca divorcios
“ El baile provoca divorcios”, esta frase fue la que más me impactó en esta carta que me escribe esta dama en la que relata que su esposo no baila y mucho menos le interesa aprender por que él decía que el baile provocaba divorcios. Esta carta es todo lo contrario a la primera ya que a este caballero no le interesa compartir el interés de su esposa en bailar juntos o por lo menos intentar aprender. Ella me decía que el bailar la hacía sentir viva y que lamentaba que su esposo no compartiera eso con ella, ya que desde pequeña siempre había querido bailar pero por cosas de la vida no pudo tomar clases. Conclusión: A lo que quiero llegar con todo esto es que a veces creemos encontrar a nuestra alma gemela en todo el sentido de la palabra, aún en nuestros gustos e intereses, pero lamentablemente en ocasiones no es así. Por lo tanto no está demás dar nuestro brazo a torcer de vez en cuando para complacer a nuestras parejas y llegar a un “happy medium”. Estoy seguro que si este caballero hubiera accedido a compartir ese pasatiempo la habría hecho un poquito más feliz y quizás hubiera descubierto una nueva forma de salir de la rutina y la monotonía. Ojalá y haya ocurrido algo positivo para esta dama.
3ra carta – Mejor me quedo sentada
Así prefería quedarse esta lectora, cuando me cuenta en su carta que salía a muchas fiestas pero se quedaba sentada cada vez que la sacaban a bailar con la excusa de que estaba cansada. Pero la realidad era que sentía mucha vergüenza, debido a que no se sentía segura al bailar y eso provocaba que se quedara sentada prácticamente toda la noche. Peor aún esa vergüenza e inseguridad se extendía al punto de que no se atrevía a tomar clases de baile, porque desde ya estaba pensando que no iba a poder aprender. Todo esto que me cuenta ella lo tomé como algo muy normal ya que muchas veces ante lo desconocido nos volvemos inseguros y no nos atrevemos a dar ese paso que nos hace falta para corregir X o Y situación. Ante tal historia le aconsejé que nunca es tarde para aprender y que nunca iba a saber si en realidad iba a aprender si no lo intentaba, se iba a quedar toda su vida con la duda de qué hubiera pasado si hubiese tomado clases de baile y superar su vergüenza o miedo en el baile. Conclusión: Ya hace casi 1 año de esta carta y me pregunto como le habrá ido con sus clases. Efectivamente, al poco tiempo me escribió para decirme que gracias a mis palabras decidió tomar clases y que su primera clase la tomaba un miércoles. Si te identificas con esta carta solo te digo que no importa en que situación te encuentres, nunca es tarde para comenzar de nuevo y mucho menos para aprender.
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Hasta la próxima semana.