“Tengo la cara hinchada”, “me arden como loco estas ronchas”, “tengo la vena que no aguanta otro pinchazo”, “tengo el estómago grave”, “estoy de carreritas”, y así un montón de comentarios más se escuchan en nuestra sala de infusiones.
¡Y es así! Hay dolor, sufrimiento, trastornos físicos, angustia, esta es la realidad. Y no nos podemos enajenar de ella. Esto no quiere decir, que porque yo sea optimista y esté motivado y no esté en negación y sea agradecido, no sienta dolor. Una cosa es cómo enfrento la enfermedad y el tratamiento y otra cosa es la enfermedad y el tratamiento en sí mismos.
No podemos ser inconscientes de la enfermedad, no podemos darle la espalda a nuestra condición, no podemos ser ciegos ante nuestro dolor y al dolor de los demás pacientes. ¡Tenemos cáncer y punto! Y tenemos que mirarlo de frente, con valor, con firmeza, con determinación y con mucha paz.
Sí, con mucha paz. Porque la paz nace en tu centro, en tu interior, nace de tu relación con Dios, de la reconciliación con su voluntad. Estarás en medio del fragor de la batalla, pero tendrás paz. Podrás estar intranquilo luchando contra lo desconocido, pero tendrás paz.
Tenemos que aceptar y enfrentar todo lo que nuestra enfermedad conlleva con alegría y entusiasmo. No es que el entusiasmo hará desaparecer todas las dolencias que acompañan la enfermedad. Éste no es un mago fabuloso que al toque de su varita mágica nos sana y no es un canto de sirena que nos embelesa.
Esto es real, el cáncer es real, se sufre y nos duele, a nosotros y a nuestros familiares. Esta es una realidad amplia y compleja, en términos médicos, clínicos y emocionales. Viene con muchos acompañantes. No te enajenes de su naturaleza pues sufrirás y te frustrarás.
Tienes que estar alerta, consciente y enfocado. Y saber que la batalla la das tú, con todas las capacidades y dones que Dios te ha regalado. Y con Él de compañero de luchas.
La actitud positiva, alegre y entusiasta es la energía que nos impulsa en este recorrido. Ésta le brinda otro matiz a la adversidad, ella la viste con otro ropaje, ella la peina y la maquilla. La actitud positiva pondrá luz en tus ojos y todo se llenará de color. Ésta saciará la sed del camino y será lecho para tu cansado cuerpo. Ella será la música que no permitirá que te ensordezca el ruido de la batalla. Y será las sandalias para tus descalzos pies.
¡La actitud positiva, alegre y entusiasta es el grito de Dios desde lo profundo de tu corazón!
En nuestra sala de infusiones habitan y danzan los hijos de la esperanza.