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Promesa cumplida, promesa pagada… Víspera de Reyes

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Fue una noche única, bella, hermosa, pero sobre todo, mística. Habíamos muchos, quizás la mayoría, pidiendo, rogando y suplicando. Cada uno con un bulto pesado y cargado de esperanzas y sueños.

Yo miraba sus rostros, estaban cargados y congestionados de expresiones diversas. Me imagino que mi rostro también. Por momentos tenso y lleno de luz en otros.

Fue la noche de la víspera del Día de los Tres Santos Reyes en el Centro de Estudios Avanzados en El Viejo San Juan, donde se celebraba la Promesa de Reyes de Norma Salazar. Ya Norma no está entre nosotros, pero su hermana Myrtha Salazar se ha encargado de que la Promesa continúe. Y con la promesa de Don Miguel Rodríguez, Rector del Centro, de que mientras dirija esa institución en el patio interior se celebrará esta Promesa.

El cielo, las estrellas, la Luna y Venus fueron nuestro único techo. Y fuimos llenos de anhelos, de ansias y de deseos con nuestras peticiones de salud y bienestar. Parecíamos niños poniendo las cajitas de hierba a los Reyes Magos con la ilusión de recibir nuestros regalos. ¡Regalos de vida y de sanidad!

El altar estaba repleto de tallas de los Reyes Magos, todos los presentes fuimos invitados a llevar las nuestras. Annabelle preparó la presentación de la talla de nuestros Reyes, heredados de su abuelo Toño Ruiz, que éste heredó de su madre Doña Petra de Quebradillas, nuestro pueblo.

Nuestros Reyes llevaban las peticiones e intenciones nuestras, de nuestros amigos y familiares. ¡Todos unidos en un mismo corazón!

Todo se confabuló para que fuera una noche reveladora; la arquitectura del edificio, los astros, Myrtha, el Grupo PleniBom y la presencia de lo Divino, del Dios de la Vida.

Comenzó la ceremonia y la voz de Myrtha inundó cada espacio. Y PleniBom nos estremeció con sus ritmos y sus cantos. Y se cantó el Rosario y se rezó y se imploró y se dio gracias. Fue una plenitud de bendiciones y de dichas.

Fueron las promesas del Padre, promesas de amor y de vida eterna. Hubo momentos en que la brisa del viento era más fuerte pero tierna, o sea, una fuerte caricia. Yo mira al cielo y oraba, y daba gracias. Y miraba a mi derredor y todos estaban en éxtasis, en una fascinante unión con el Señor. Se estaba dando una espiritual unidad de propósitos y un fervoroso deseo de bondad, de piedad y misericordia.

Yo entregué mi cáncer y mis desvelos a Dios. Le entregué mi dolor y me regaló paz. Le entregué mi angustia y me regaló alegría. Le entregué mi adversidad y me colmó de bendiciones.

Los Tres Santos Reyes llegaron a nuestros corazones, a adorar al Niño Jesús que habita en nuestro interior y traer luz a nuestras almas. Fueron guiados por nuestra fe y nuestras esperanzas. Sus huellas están grabadas con la Sangre del Redentor.

La Estrella de Belén fue la conjunción de Venus, Marte y Júpiter, que se unieron para guiar a los Tres Santos Reyes al lugar del más hermoso misterio, el nacimiento de Jesús. ¡La revelación de la Vida!

¡Unamos nuestros corazones para guiar a Puerto Rico hacia el hermoso milagro del amor y la paz!

 

 

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