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Cómo se lo digo a mis hijos

“Cómo se lo digo a mis hijos”, “les voy a destruir sus vidas”, “van a sufrir”, “les afectará en sus estudios”, “no tengo el valor”, “mis hijos son todo para mí en esta vida, no los puedo afectar”, y así, en una procesión interminable van desfilando los temores con cada diagnóstico de cáncer en la oficina de nuestro oncólogo.

Transforma esos temores, son mentiras construidas por el miedo y las preocupaciones. Son fantasmas, son espejismos que presagian muerte. No existen, y no permitas que usurpen el lugar de la fe y la confianza en nuestro Señor y en ti mismo.

Los hijos son nuestros compañeros en el recorrido, con ellos crecemos y fortalecemos nuestro presente. Con ellos compartimos nuestra vida, que está formada de alegrías, sueños, triunfos, compromisos, dolores y adversidades.

Ayúdalos a crecer sin miedos y sin temores. Llévalos de la mano por tu mundo interior, dónde está la luz, dónde nacen tus amaneceres. Invítalos a participar en tu Proyecto de Vida. Escúchalos y contesta todas sus preguntas con transparencia y honestidad. Contágialos con tu alegría y tu entusiasmo. Que sean tus estrategas en la batalla. Que entiendan que esta es la oportunidad de desarrollo espiritual más importante que se te haya presentado. Que papi y mami están alegres, entusiasmados y comprometidos con la felicidad.

 ¡No siembres el miedo en sus corazones; siembra la fe, la confianza, la esperanza y el amor!

Debes mantenerlos informados y comparte con ellos los nuevos avances en el tratamiento de tu enfermedad. Profundiza con tus hijos sobre las enseñanzas y el propósito de esta adversidad en tu vida. Identifica con ellos las cosas importantes y valiosas de la vida. Deslúmbralos con esta propuesta de Amor que Dios te presenta. Para que cuando ellos tengan su propio Proyecto de Vida lo puedan llevar a cabo con alegría, con mucha paz, fortaleza y dignidad.

 ¡Los hijos nos ayudan a saciar la sed del camino!

Nuestra sala de quimioterapias es un abanico bien amplio de matices. En ella convergen muchas almas y muchos corazones; padres e hijos, abuelos y nietos, tíos y sobrinos, hermanos, primos, todos en un lazo de amor inquebrantable.

 Nuestra sala de infusiones es un coro de voces, con cánticos de fe, de confianza y de esperanza en el Dios de la Vida.

 

 

 

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