Tiroteo en el patio de casa
“Nuestra casa salió en las noticias”, me dijo mi esposa. “Se ve en las del Canal Once y en las del Dos”. Se refería a los reportajes sobre el incidente donde dos policías del área de Dorado fueron baleados cuando respondieron a la señal de una alarma en un “Cash & Carry”.
El hecho es que el estacionamiento del negocio colinda con la urbanización donde vivimos, por lo que los tiros de cámara captaron parte de nuestra casa. Debo confesar que yo no escuché el tiroteo, en parte porque ya estoy acostumbrado a los muchos ruidos que producen el movimiento de camiones en la Carretera #2. Sin embargo, cuando salí de mi casa pasé frente a la escena del crimen, donde había varias patrullas y unidades de detectives de la Policía de Puerto Rico. Además, pude ver cuando se llevaron uno de los autos baleados con los cristales rotos.
Temprano en la tarde corrió la voz del arresto de un muchacho en un sector cercano. Eso siempre es motivo de dolor, dado que la comunidad en este litoral es tan cercana que uno siempre termina conociendo algún familiar de la persona arrestada. Esto causa dolor y vergüenza a la familia, que nunca espera encontrarse en una situación como esa.
Y todo esto nos hace reflexionar. ¿Por qué? Porque son varios los negocios que tienen alarmas similares en el área. Hasta nosotros nos vimos forzados a instalar un sistema de alarma cuando fuimos víctimas de varios robos en nuestro templo. Y cuando uno responde a la alerta de la alarma uno se juega la vida. En ocasiones, hemos llegado cuando los muchachos todavía están en el edificio, a veces escondidos en un salón, a veces subidos en el techo. En un ocasión un chico se lanzó desde un segundo piso y cayó mal, lastimándose una pierna. Aún así, corrió mientras cojeaba hasta que llegó a la verja que saltó para escapar.
Lo tonto de la situación es que lo que se llevan en los robos casi no tiene valor. Es más el daño que hacen a la propiedad que la ganancia que obtienen. En una ocasión, lo único que pudieron llevarse fue una manguera de 150 pies. Imagino que la vendieron por 5 o 10 dólares. Y se juegan la vida por eso.
El hecho es que el crimen en Puerto Rico nos toca a todos. Nadie está exento. No importa donde usted vida, el crimen puede tocar a su puerta. Ya sea porque su casa esté cerca de un área comercial donde los criminales puedan llegar a robar, o porque su casa esté cerca de alguno de los 3,000 puntos de droga que operan en la isla, nadie está exento de ser una víctima del crimen en nuestro país, o porque alguien quiera entrar a su casa a robar.
Ni siquiera vivir en una urbanización de acceso controlado asegura tranquilidad. Recuerdo que en los años 90 un amigo se mudó a una urbanización exclusiva en el centro de la Isla, donde su vecino inmediato resultó ser uno de los criminales más buscados por los federales, ya que era un capo de la droga.
Así se vive en Puerto Rico. Por eso, es crucial tomar partido por la justicia, tratando de formar parte de esa inmensa mayoría de personas puertorriqueñas que viven decentemente, esfuerzándose cada día para hacer una contribución positiva a la vida del país.
Les dejo con un pensamiento bíblico, tomado de Deuteronomio 30.19: “Hoy pongo a los cielos y a la tierra por testigos contra ustedes, de que he puesto ante ustedes la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida…”
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El Rev. Dr. Pablo A. Jiménez es el pastor de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en el Barrio Espinosa de Dorado, PR. http://www.drpablojimenez.com y http://www.prediquemos.net.