Media hora
La joven mujer estaba llorando amargamente. Lamentaba la violencia que se había desatado en su matrimonio, ya que su esposo cada día la trataba con más desdén.
“Ayer estuvo insultándome media hora por teléfono”, dijo sollozando. Mi respuesta fue: “¿Y por qué no terminaste la llamada?” Ella me miró con sorpresa y me pidió que explicara mi reacción. “¿Por qué no le colgaste?”, repetí. Entonces, me respondió: “No me pasó por la mente”.
Los abusadores aterrorizan a sus víctimas al tal punto que las dejan indefensas, sintiendo que no tienen capacidad alguna para escapar de la situación. Pierden todo sentido de esperanza, sintiéndose atrapadas en el problema.
Las víctimas necesitan que las escuchemos con amor, que les ayudemos a comprender su valor como personas y que les conduzcamos a descubrir las herramientas que tienen en sus manos para superar los problemas que están experimentando.
Las Iglesias tienen la responsabilidad de denunciar el abuso, afirmando que Dios está del lado de la víctima y no del victimario. Del mismo modo, la sociedad, en general, debe recalcar que tiene “cero tolerancia” a la violencia contra la mujer, contra la niñez y contra la Tercera Edad.
Y usted, la víctima que lee estas humildes palabras, sepa que tiene alternativas para detener el abuso que sufre y que hay personas dispuesta a ayudarle a superar la situación.
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El Rev. Dr. Pablo A. Jiménez es el pastor de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en el Barrio Espinosa de Dorado, PR. http://www.drpablojimenez.com.