La democratización del odio
Aunque las redes sociales han traído grandes beneficios a la humanidad, no podemos negar los problemas que han creado. Y uno de esos problemas es la democratización del odio.
Como he escrito en otras ocasiones, el “odio” es mucho más que un sentimiento negativo. En realidad, el odio es una práctica, un patrón de conducta y un estilo de vida.
Por ejemplo, si usted jura que no tiene “malos sentimientos” contra alguien, pero constantemente le ataca y le insulta, no cabe duda de que usted “odia” a esa persona. El odio se demuestra en la conducta violenta—tanto emocional como física—que una persona exhibe hacia las demás.
Las redes sociales se han convertido en el medio principal que usan quienes están llenos de odio para comunicar sus ataques. La gente se siente relativamente segura cuando escriben insultos, colocan imágenes denigrantes y reaccionan con comentarios hirientes, muchas veces bajo el amparo de pseudónimos y apodos. Con “aplicaciones” y programas gratuitos o de precio módico cualquier persona con un mínimo de habilidad puede hacer fotos comentadas o “memes” donde se burle de cualquier otra persona. Por medio de Facebook, Twitter o WhatsApp, las expresiones de odio le dan la vuelta al mundo en cuestión de segundos. Y los medios que permiten comentarios del público—tales como YouTube, los Blogs y los periódicos cibernéticos—también ofrecen espacio para las palabras denigrantes.
Las expresiones de odio se agudizan en momentos claves de la vida de los pueblos, tales como en la temporada eleccionaria. Por eso, en los días inmediatamente antes a los comicios electorales las redes están llenas de comentarios y memes negativos.
Este año las expresiones de odio han llegado a un punto sorprendente en los Estados Unidos de América. La candidatura de Donald Trump—quien se distingue por su lenguaje soez y por sus expresiones contra las comunidades minoritarias—han llevado la contienda eleccionaria al nivel del fango. La respuesta de Hillary Clinton, particularmente en los últimos días, ha sido “combatir fuego con fuego”. Eso explica por qué hemos visto la campaña más “sucia” desde los tiempos de Goldwater y de Nixon.
Con pesar, reconozco que muchas de las personas que se expresan de manera soez en las redes reclaman ser creyentes, reclaman ser gente de fe. No saben cuando lo lamento. Por ejemplo, hoy leí un extenso comentario de un ministro de adoración en contra de la esposa de uno de los candidatos a la gobernación. Este buen hermano usó una palabra en inglés para caracterizar a la dama como una mujer ignorante. Su comentario me dio vergüenza. ¿Por qué? Porque una de las estrategias del sexismo es pintar a todas las mujeres como tontas, emotivas e incapaces.
Desgraciadamente esto no va a parar. Mientras los medios cibernéticos privilegien la búsqueda de audiencia (“ratings”) y la venta de anuncios sobre la educación y el fomento de la paz, el odio se paseará por las redes. Lo importante es que ustedes y yo nos abstengamos de participar de este festival de odio, por el bien de nuestra sociedad.
¡Que Dios tenga misericordia de nuestro pueblo!
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El Rev. Dr. Pablo A. Jiménez es el pastor de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en el Barrio Espinosa de Dorado, PR. http://www.drpablojimenez.com