Isis contra el mundo
Los ataques terroristas que el mundo ha vivido en las últimas semanas son evidencia de la virulencia del Estado Islámico en Irak y el Levante, una entidad conocida por varias siglas en inglés tales como IS, ISIS y ISIL.
Y si digo “ataques” es porque han sido varios. Comenzamos con la bomba colocada en un avión ruso que salía de Egipto, pasamos por los ataques en Beirut y Sudán, y terminamos con los ataques en París, Francia. Sin embargo, fue este último el que motivó que las redes sociales se llenaran de fotos de la Torre Eiffel y de ruegos para “orar por París”.
Pronto algunas personas comenzaron a articular una narrativa en que un país “cristiano”, en este caso Francia, había sido atacado por “el mundo islámico”. La narrativa, pues, propone una guerra entre religiones. El problema es que esta narrativa es falsa.
Por un lado, Europa hace décadas que vive en una era postcristiana. En particular, Francia es un estado laico que hasta prohíbe el uso de símbolos religiosos en público. Para que me entiendan, esta prohibición no solo incluye la vestimenta que usan las mujeres que practican el Islam, sino que también prohíbe los crucifijos católicos. Si un estudiante va a la escuela con un crucifijo que alguien considere “grande”, puede ser castigado y hasta expulsado del plantel.
Por otro lado, el Estado Islámico es una caricatura del Islam. Tiene delirios de grandeza que se manifiestan en el sueño de establecer un “califato” que abarque todas las personas musulmanas de la secta sunita, exterminando a quienes practican otras versiones del Islam. Por eso este movimiento ha asesinado más musulmanes chiítas y secularizados que cristianos.
Queda claro que es un error ver los ataques terroristas recientes como una batalla entre cristianos y musulmanes. En realidad, el Estado Islámico es un movimiento radical que explota la pobreza, las ansias de libertad y la indignación ante la opresión de la juventud de trasfondo islámico. En el mundo árabe esa indignación se alimenta de la opresión provocada por las dictaduras que privilegian a unos pocos mientras el pueblo pasa hambre. Esto explica por qué ISIS nació en Siria, un país que se encuentra hace años bajo una dictadura brutal.
Volvamos al caso de Francia por un momento. La doctrina del Estado Laico (“la laïcité”) francesa ni siquiera permite que se contabilicen las minorías religiosas. Por eso no hay números claros sobre cuántas personas judías, cristianas o musulmanas viven en Francia. El sueño francés es crear una sociedad en que la religión tenga un impacto mínimo, lo que choca contra las sensibilidades de las minorías religiosas.
Si a esto se le añade una buena dosis de racismo, podemos entender por qué la juventud de trasfondo musulmán en Francia puede radicalizarse tan fácilmente. Es fácil llenarse de odio cuando usted es discriminado por su fe, cuando usted no encuentra trabajo, y cuando usted es visto permanentemente como “el otro” que no debe estar en el país.
Mientras existan países islámicos dominados por dictadores que mantengan al pueblo en la pobreza y mientras la juventud islámica en Europa esté sumida en la miseria, habrá asesinos llenos de odio dispuestos a explotar a esa juventud marginada. Y a más ataques terroristas, más respuesta violenta de los países del primer mundo, alimentando un ciclo de violencia que, lamentablemente, ha llegado para quedarse por mucho tiempo entre nosotros.
Oremos, pues, por Francia, por El Líbano, por Sudán, por Egipto y por todos los otros países donde asesinos llenos de odio siembran el terror. Oremos por la comunidad musulmana que vive bajo dictaduras que le condenan a la pobreza en sus propios países. Y oremos por la humanidad, que sigue buscando excusas para destruirse a ella misma. ¡Señor, ten piedad!
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El Rev. Dr. Pablo A. Jiménez es el pastor de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en el Barrio Espinosa de Dorado, PR. http://www.drpablojimenez.com.