Las noticias en Puerto Rico no le han dado gran importancia a los disturbios raciales ocurridos en los Estados Unidos durante este verano. 

El foco de este conflicto ha sido el poblado de Ferguson en Missouri. El pueblo forma parte del área metropolitana de St. Louis y tiene poco más de 20,000 habitantes, incluyendo un grupo considerable de personas afro-americanas.

Ferguson logró notoriedad debido al lamentable suceso ocurrido el 9 de agosto. Michael Brown, un joven afro-americano que estaba desarmado, murió a manos de Darren Wilson, un policía anglo europeo. Aunque el caso ha sido muy controversial, en los pasados días han surgido varios testigos que aseguran que el muchacho tenía las manos en alto.

Si bien el incidente fue gravísimo, lo que desató la cadena de disturbios fue la manera como la policía lo manejó. Al principio se negaron a identificar al policía que le había disparado al muchacho. Después, minimizaron la cantidad de disparos, indicando sólo que habían sido “más de dos”. Y hasta hoy la policía se ha negado a hacer público el vídeo que la patrulla tomó del incidente.

En los días subsiguientes, la comunidad comenzó a hacer marchas y vigilias, muchas de las cuales terminaron en violencia. Uno de los vídeos más impactantes es el de un policía que, con una ametralladora en las manos, amenazaba a personas desarmadas, gritándoles que retrocedieran. El asunto no llegó a mayores porque otro policía intervino, pidiéndole que bajara el arma.

Aunque pudiera seguir enumerando los detalles de este caso, no lo creo necesario. Lo que es evidente es que la comunidad afro-americana está harta de ser perseguida, de vivir bajo presunción de culpabilidad. La doble vara para tratar al público es evidente. Cerca de la fecha cuando Brown fue asesinado, se llevó a cabo una marcha en Texas donde centenares de personas exhibiendo sus rifles, pistolas y armas semi automáticas, mientras la policía local le ofrecía protección. Sin embargo, en St. Louis la policía le dispara a un muchacho que tenía las manos vacías.

Creo que esto evidencia el prejuicio y el temor que tiene la policía en contra de la comunidad afro-americana. ¿Por qué la policía le dispara a los jóvenes de minorías étnico-raciales con tanta facilidad? Disparan porque tienen miedo, pues presuponen que los muchachos están armados porque son pandilleros. Una vez más, presuponen que son culpables. 

Recientemente, el actor Forest Whitaker, ganador del Óscar entre otros premios, fue detenido en un restaurante en New York. Uno de los empleados aseguró haberlo visto robar “algo” mientras esperaba un emparedado. El empleado llamó a la policía, pero cateó al actor antes que llegara la uniformada, a pesar de no tener derecho alguno a hacerlo. El incidente terminó con el despido del empleado, mientras el actor se negó a demandar al dueño del restaurante. 

De todos modos, estas historias evidencian el problema. Tanto la comunidad afro-americana como la latina en los Estados Unidos viven bajo una presunción de culpabilidad. Y esa presunción causa muertes innecesarias entre las comunidades minoritarias del país.

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El Rev. Dr. Pablo A. Jiménez es el pastor de la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) en el Barrio Espinosa de Dorado, PR. http://www.drpablojimenez.com y http://www.prediquemos.net.