La prensa es cómplice
La prensa estadounidense fue la aliada principal de Donald Trump en su ascenso a la presidencia. En su sed de altos niveles de audiencia (“ratings”), la prensa decidió centrar su atención en la candidatura de Trump, menospreciando a los demás.
El que una celebridad y “estrella” de televisión corriera para la presidencia atrajo a la atención de millones de personas que tradicionalmente no veían noticias. Eso aumentó los “ratings” de los canales de noticias en cable, de las páginas de Internet de los periódicos y hasta de los noticieros locales.
Y, claro está, a mayor audiencia, más ingreso para los grandes medios de comunicación masiva dedicados a cubrir las noticias. Así llegamos al meollo del asunto: la prensa dedicó la mayor parte de su tiempo y recursos a cubrir a Trump durante la campaña eleccionaria porque eso le traía más dinero que cubrir a los otros candidatos republicanos.
Por ejemplo, si John Kasich (que en este momento muchos de ustedes se están preguntando quién es) daba un discurso importante sobre sus ideas para gobernar el país, la prensa apenas lo cubría. Sin embargo, si Trump enviaba un “tweet” burlándose de alguien, la misma prensa le dedicaba horas muertas a examinar cada palabra escrita por el magnate.
Claro está, en este momento usted me dirá que la línea editorial de varias organizaciones noticiosas tradicionales es contraria a Trump. Y yo le respondo que eso no importa. Dado que el escándalo es lo que pauta a las celebridades, todas las organizaciones de noticias dependen de la controversia para aumentar sus niveles de audiencia. ¡Todas!
Para decirlo con toda claridad, está “tiraera” beneficia a todas las personas involucradas. ¿No me cree? Tome el caso de Joe Scarborough y de Mika Brzezinski, quienes son los presentadores de “Morning Joe”, un programa mañanero de análisis de noticias en MSNBC. Ellos estuvieron entre los primeros periodistas reconocidos que tomaron en serio la candidatura de Trump. Empero, ahora Trump se ha dedicado a insultarles, particularmente a Brzezinski. Sus “tweets” han sido violentos, humillantes y sexistas. ¿Y que ha pasado? La audiencia de “Morning Joe” ha aumentado, lo que significa que el programa está produciendo más dinero que nunca antes.
La prensa estadounidense–en todas sus expresiones–se ha adaptado a su rol de “víctima” en esta narrativa. Ha aceptado este papel porque le deja dinero, no porque sea una actitud responsable. Y eso raya en lo inmoral.
Mientras la prensa continúa su “telenovela” con Trump, su administración está desmantelando importantes políticas públicas establecidas por ambos partidos durante las pasadas décadas. Pero claro está, a la hora de la verdad, la prensa prefiere hablar de los insultos que el Presidente envía a las tres de la mañana, que de los problemas principales del país, tales como el desempleo, la pobreza, el calentamiento global, el costo de los servicios médicos y el acceso a la educación.
Si los grandes conglomerados de prensa desearan actuar de manera responsable, deberían ignorar todas las tonterías y exabruptos del nuevo mandatario, centrando su atención en la política pública. Pero la prensa no va a hacerlo. Por el contrarío, seguirá concentrando su atención en lo escandaloso. Al final, la prensa será cómplice de una administración cuyo legado será un mundo más violento, una sociedad más dividida, un racismo más rabioso, un medio ambiente más contaminado y un enorme sector de la población desprovisto de cuidado médico. De todo esto, la prensa es cómplice.
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Pablo A. Jiménez es un ministro protestante, profesor de teología pastoral y autor de varios libros religiosos. Para más información, visite: http://drpablojimenez.com