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Trump no dejará que desmantelen a la Policía

El Partido Demócrata se convirtió en un medio para que los socialistas “democráticos”, islamistas, anticapitalistas, antiamericanos, entre otros enemigos de EEUU adelanten sus intereses. Por esto, no debe sorprender que varios políticos demócratas propongan reducir el presupuesto de la Policía. Esto va de la mano con la agenda de desarmar a la población y poner trabas para ejercer el derecho constitucional a poseer y almacenar armas. Una población desarmada es más vulnerable.

No es la primera vez que esto ocurre. En ocasiones anteriores, se popularizó la idea de reducir el armamento y el equipo de la Policía. Bajo la administración Obama fueron constante los ataques a las fuerzas de seguridad civil. Fue cuando surgió Antifa y Black Lives Matter (BLM), como organizaciones anticapitalistas, anarcosocialistas, islamistas y antiPolicía. El presidente Obama recibió a miembros de BLM en la Casa Blanca y adoptó posturas de avergonzar a los policías, mediante generalizaciones de casos sobre alegada brutalidad policiaca.

Los casos aislados en los que un policía con tez blanca mata a un ciudadano con tez negra durante un arresto, se convirtieron en pie forzado para promover protestas al estilo de la propaganda por el hecho o propaganda situacionista. Es una táctica para promover la agitación, el caos y la desestabilización mediante un caso o situación que sirva de detonante. El caso más reciente es el de George Floyd.

Este tipo de propaganda es hiperbólica y posibilita la distorsión de los hechos. Se presta para establecer falacias argumentativas, como la de aseverar que todos los policías de tez blanca son racistas y que existe un racismo institucional. También, se omite información importante y hechos que contradigan esta afirmación falsa. Por ejemplo, no se destaca que en las ciudades donde reside la mayoría de la población de tez negra son predominantemente demócratas.

Culpar y responsabilizar a los republicanos por casos excepcionales que ocurren en ciudades administradas por funcionarios demócratas es absurdo. Pero, si los medios de prensa liberales y progresistas omiten información, se puede construir una narrativa falsa que perjudique a los republicanos.

En el caso de la muerte de George Floyd, omitieron que el jefe de la Policía de Minneapolis, Medaria Arradondo, es de tez negra. Este detalle es importante, porque debilita la hipótesis sobre que existe un racismo institucional. Omitir hechos es una forma de mentir con el fin de engañar. Así se manipula la opinión pública.

Al no poder demonizar al jefe de la Policía, redirigieron los cañones o los teclados para atacar al alcalde de Minneapolis, Jacob Frey. Cualquier alcalde sensato se opondría a la desmantelación de la Policía y a la propuesta de que los policías no puedan entrar a los barrios y a las comunidades con población predominantemente negra. Sin embargo, ser sensato en un ambiente irracional, con una prensa irresponsable e ideologizada, es pecado.

A Frey lo abuchearon en una manifestación y hubo varias publicaciones de prensa con titulares en su contra. Es una forma de ejercer presión para que cambie de opinión. Sin embargo, la exigencia de eliminar la Policía es exagerada y absurda.

Otro ejemplo de omisión de hechos y de información estadística es no reportar que hay más casos de ciudadanos de tez blanca muertos a manos de policías que casos de ciudadanos de tez negra. La narrativa del racismo institucional no se sostiene con argumentos lógicos ni con hechos. La demagogia, la exageración, la distorsión y la política de identidad dominan el modo en que se construye la opinión pública.

Cuando se presentaban casos de ciudadanos de tez negra muertos a manos de un policía, bajo la administración Obama, no se culpaba ni responsabilizaba al gobierno federal ni al Presidente. Sin embargo, bajo la administración Trump cambió el enfoque. A Trump lo demonizan, constantemente, con la etiqueta falsa de racista, xenófobo y nazi. Estamos en año electoral y es de esperar que los demócratas abusen de la política de identidad y del asesinato del carácter. Representarán a Trump como el Diablo con tal de atraer al elector que clasifican como “afroamericano”.

Justo en el momento que la Casa Blanca promueve la apertura de la economía, de que el precandidato presidencial por el Partido Demócrata, Joe Biden, hizo un comentario racista, y de que el Senado federal investiga y revela la persecución política de la administración Obama, desviaron la atención y forzaron toques de queda y paralizaciones económicas con “protestas” coordinadas en diferentes ciudades de EEUU. George Floyd se convirtió en una excusa para atacar a Trump.

Martirizaron a un hombre, que si bien es cierto no debía ser maltratado y muerto a manos de la Policía, también lo es que no era un santo ni un líder religioso o político, como para que lo representen como un mártir. Floyd cumplió años de cárcel y fue sentenciado en el 2009 por agresión, escalamiento y robo a mano armada; entró a casa de una mujer y le apuntó al estómago para robar drogas y dinero. Su historial criminal incluye hurto y tráfico de drogas. También, utilizó un billete falso para realizar una compra, el día en que murió a manos de la Policía. Esto no justifica ningún acto de brutalidad policiaca o delito cometido por un policía, pero debe destacarse para no hacer una representación engañosa, como la del “hombre mártir”.

Que las “protestas” por la muerte de Floyd se internacionalicen, con coordinación de organizaciones como Antifa, BLM y movimientos socialistas, no es sorpresa. Toda oportunidad que tengan para atacar a sus adversarios políticos y para desestabilizar, aunque sea con casos aislados, será explotada.

No importa que la administración Trump aprobó la reforma carcelaria, redujo el desempleo de la población negra (afroamericana) y atendió problemas concretos que afectan a este sector, el discurso a repetir una y otra vez será que Trump es “racista”.

Hay un patrón de los demócratas de tildar de racistas a los republicanos. Es el modo de desviar la atención de la historia vergonzosa del Partido Demócrata; es el partido que defendió la esclavitud, la segregación racial, al Ku Klux Klan (KKK) y la aglomeración en ghettos de la población negra.

A pesar de los ataques frívolos de los demócratas, a Trump le toca hacer su trabajo sin amilanarse. La agenda antiPolicía debe ser contrarrestada. Debe ignorar las acusaciones falsas sobre racismo y seguir con su gestión para beneficio de todos los ciudadanos, pues a las comunidades negras no les conviene que los criminales tengan carta blanca.

 

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