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Semana de la Prensa: La prensa debe hacer autocrítica

Varios periodistas y comunicadores aprovecharon la Semana de la Prensa para defenderse de los tuiteros, blogueros y facebuqueros que crean cuentas para trolear, atacar, difamar o burlarse de quienes reportan la noticia. Sin embargo, les faltó hacer autocrítica sobre el periodista y comunicador que con frecuencia incurre en las mismas prácticas.

Es cierto que hay personas que crean cuentas en las redes sociales y no enlazan fotos ni información personal que permita identificarlos. Usan estas cuentas para realizar actividades inmorales o que violan las políticas de uso de las redes. Les sirven para difamar a adversarios políticos, sean periodistas, políticos, figuras públicas o comunicadores en general.

Pero, estos personajes de las redes no gozan de credibilidad; son meros provocadores, troles y personajes “cómicos” cuyas expresiones no son tomadas en serio, necesariamente. En cambio, los periodistas sí tienen la obligación de reportar los eventos tal cual ocurrieron y de investigar y presentar distintos puntos de vista. Son profesionales que se representan con autoridad y con credibilidad para comunicar. Cuando el periodista o comunicador asume el rol del trol, renuncia de facto a su deber, sacrifica la credibilidad y pierde la legitimidad que tiene como profesional.

Esto es notable cuando se redactan notas de prensa sobre el presidente de Estados Unidos (EEUU), Donald Trump. Hay una tendencia a la difamación, a la burla, a enfocarse en nimiedades, a sacar de contexto sus expresiones, a distorsionar sus ideas y propuestas, a adelantarse a los hechos, entre otros recursos que no son propios del ejercicio que debe ejercer un periodista.

El hashtag #FakeNews fue popularizado por Trump como forma de defensa contra los ataques de la prensa. Muchas personas lo han adoptado para denunciar la falta de objetividad y credibilidad de los medios de prensa y comunicación. Es notable la crisis de credibilidad que enfrentan; la pérdida de ratings y las críticas constantes que reciben del público lo evidencian.

Eso no implica que se suprima el derecho a la libertad de prensa. Tampoco se debe aplaudir la táctica bajuna de difamar a los comunicadores tras un perfil falso. Pero, es necesario elevar el nivel del periodismo, del reportaje, de lo que se comunica, para no parecerse a estos personajes sin credibilidad.

Limitar la libertad de expresión e hiper regular las redes sociales y el ciberespacio no ayudará a ganar credibilidad. La solución no es la censura. Hay troles que rayan en lo ilegal y que merecen ser expulsados de las redes, pero también hay expresiones provocadoras, lúdicas y críticas que aportan quienes recurren al uso de máscaras (perfiles falsos).

Los administradores de las redes sociales y de las páginas cibernéticas tienen derecho a establecer reglas de uso y a eliminar o sancionar cuentas. Sin embargo, es cuesta arriba identificar todas las cuentas falsas. Hay que aceptar la realidad de que así opera el ciberespacio.

Este blog también ofrece espacio para comentar y opinar. Algunos de los usuarios usan perfiles falsos, trolean, insultan y violan las reglas de uso. Otros aprovechan la oportunidad para hacer críticas y recomendaciones o para compartir su análisis sobre el asunto que se discute. Prefiero que haya espacio para comunicarse a que predomine la censura. Invito a que se enfoquen en el tema y se esfuercen por convivir en el ciberespacio. Se gana más con una conversación de altura que con tácticas bajunas.

Me toca poner de mi parte para que en cada escrito publicado haya información, análisis, argumentos y espacio para la respuesta. No puedo asumir el rol del otro. A los troles los aprovecho para identificar las falacias más comunes y para tener un pie forzado de temas a tratar en los que aclare dudas y contrarreste la desinformación.

 

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