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Las protestas contra Trump no serán como en Chile

Los demócratas no se sienten optimistas sobre derrotar al presidente de EEUU, Donald Trump, en las elecciones presidenciales. Por esto, recurren a la táctica del residenciamiento político. Lo han intentado en varias ocasiones infructuosamente. Desde el 2016, antes de que juramentara como presidente de la Nación, le achacan delitos sin presentar evidencia. Iniciaron una investigación sobre un alegado contubernio entre el gobierno de Rusia y la campaña presidencial de Trump, pero no hallaron nada. Esta investigación comenzó de forma nebulosa, a modo de persecución política contra los allegados a Trump. Luego de dos años en los que el investigador y fiscal especial Robert Mueller III no encontró pruebas para recomendar la presentación de cargos contra el Presidente, varios congresistas demócratas inventan una nueva trama, esta vez titulada “El contubernio entre el gobierno de Ucrania y el presidente Trump”.

Fuerzan una narrativa falsa, ‘peliculesca’, sobre el presidente que extorsiona y persigue a sus adversarios políticos, pero resulta que quienes hacen esto son los detractores de Trump. Admitieron que quieren residenciarlo desde antes de que juramentara. Nunca aceptaron su victoria electoral. Tienen una agenda anti Trump que sesga cualquier investigación congresional o del Departamento de Justicia federal (DoJ, por sus siglas en inglés).

Por ejemplo, el presidente de la Comisión de Inteligencia de la Cámara Baja federal, Adam Schiff (demócrata por California), alteró la transcripción de la llamada telefónica entre el presidente Trump y el presidente de Ucrania, Vladímir Zelenski, para dar la apariencia de que hubo un acto de quid pro quo o de intercambio de favores ilícitos. Las vistas de la Comisión de Inteligencia sobre el alegado contubernio Trump-Zelenski se realizan a puertas cerradas y los nombres de los supuestos informantes no son divulgados. Todo está orquestado como un espectáculo mediático cercano al año electoral.

Como parte de este circo se une el grupo progresista MoveOn, que convoca y organiza marchas para el día antes de que la Cámara Baja federal vote sobre el inicio de un juicio político al presidente Trump. La frivolidad raya en la ironía, pues este grupo se opuso al juicio político contra el presidente Bill Clinton; la hipocresía y la doble vara revela su intención.

Estas protestas se planifican en distintas ciudades con poblaciones predominantemente demócratas, como Chicago y el Distrito de Columbia. No es casualidad que se realicen con el momentum de las protestas en Chile. Esto no es de extrañar, pues el ala socialista opera de modo internacional y propaga métodos de protesta que persiguen desestabilizar.

En Chile no ceden ante ninguna de las concesiones del presidente Sebastián Piñera. Quieren que renuncie sí o sí, sin que haya causa para ello. Eso es de facto extorsión y una forma de intentar dar un golpe de Estado. No reconocen el derecho de Piñera a culminar su término ni respetan el resultado electoral. Es una actitud intransigente de imposición ideológica y partidista que solo reconoce el derecho a gobernar a los socialistas.

A Trump le quieren hacer lo mismo. Al no lograr derrotarlo por la vía electoral, tratan de hacerlo con el mob rule. Realizar protestas financiadas por multimillonarios, abiertamente anti Trump, justo antes de que se realice una votación en la Cámara Baja federal, basada en información falsa y en una pre investigación a puerta cerrada, es frívolo. Sin embargo, a diferencia de Iberoamérica, en EEUU hay millones de ciudadanos que se oponen a un juicio político fabricado que no se quedarán silentes ante acciones violentas y delictivas. Si los socialistas y progresistas que organizan las protestas deciden agitar, desestabilizar, provocar caos, realizar actos vandálicos, destruir propiedad, provocar incendios, agredir o comprometer vidas, enfrentarán una oposición tenaz. Esto tendría un costo político para los demócratas.

Si bien es cierto que no se sienten confiados como para derrotar a Trump en el 2020, una estupidez como esta les costaría la mayoría en la Cámara Baja federal. La presidenta de este cuerpo, Nancy Pelosi, debe ser cuidadosa, pasar balance sobre su deseo de complacer a los socialistas “democráticos” y a la vez no alejar a los moderados y centristas del Partido Demócrata. Una tercera parte de los electores de EEUU se identifica como independiente; dudo mucho que simpaticen con grupos violentos.

Votar en la Cámara Baja, con mayoría demócrata, para que el Senado, con mayoría republicana, realice un juicio político a Trump, se cae de la mata que es una movida electoralista, con el fin de demonizar y mantener el tema vivo en los medios de prensa predominantemente progresistas y pro demócratas. Pelosi no espera que Trump sea destituido. Sabe que no tienen los votos en el Senado federal. De lo que se trata es de lavarle la cara al precandidato presidencial y favorito de la élite del Partido Demócrata, Joe Biden, desviando la atención del contubernio que tuvo con el gobierno de Ucrania cuando era vicepresidente de EEUU.

Sacar a Trump con esta artimaña es cuesta arriba y provocar protestas violentas es contraproducente. Dicen que mono sabe de qué palo trepa. Veremos si Pelosi se arrima a buen árbol.

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