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El segundo encuentro de Trump y Kim no fracasó

Los opositores a Donald Trump tienen un problema serio para entender los procesos de negociación y para comprender el modo en cómo negocia el presidente de EEUU. Piensan que negociar es aceptar todos los puntos de la otra parte sin poner objeciones y sin la posibilidad de levantarse de la mesa de negociación. Quieren que la negociación culmine rápido y no consideran las movidas de cada parte. Otros, desean que EEUU logre todos sus puntos sin que la otra parte gane nada. Analizan la negociación entre EEUU y Norcorea sin considerar las ventajas de iniciar un proceso de negociación.

No toman en cuenta que Corea del Norte desmanteló un área de ensayo de lanzamiento de misiles intercontinentales, desmilitarizó significativamente la frontera compartida con Corea del Sur e inició un proceso de paz entre las coreas mediante la firma de la Declaración de Panmunjom.

No ha culminado el proceso de negociación. EEUU no retirará las sanciones económicas hasta que no haya un acuerdo final. Trump detuvo los ejercicios navales cerca de las costas coreanas para reducir gasto público y no desalentar a Corea del Norte. A esto le llaman derrota, pero es solo lo que dicen los detractores y odiosos, porque nadie sensato menospreciaría los avances logrados ni abonaría al colapso de una negociación que podría llevar a un proceso de desnuclearización de la Peníncula de Corea y a la sostenibilidad de la paz entre las coreas.

El secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, acompañó a Trump en una conferencia de prensa realizada en Hanoi, Vietnam, luego de que culminó el encuentro con el líder norcoreano Kim Jong-un. Ambos comunicaron el porqué no se firmó un acuerdo durante el segundo encuentro entre los jefes de Estado de EEUU y de Corea del Norte. Kim quería que se eliminaran todas las sanciones a cambio de una desnuclearización parcial. Trump lo vio como una propuesta que dejaría el trabajo incompleto. Eliminar las sanciones implica perder poder de disuasión y dar un respiro económico al régimen de Corea del Norte antes de llegar a un acuerdo final.

Para el presidente Trump no es aceptable una desnuclearización parcial ni dar espacio para que se repita la historia de firmar acuerdos que no cumplen los objetivos. Eso no quiere decir que no reconozca los logros ni que la negociación se detenga. Está la puerta abierta para otro encuentro. Mientras tanto, habrá reuniones y conversaciones entre los representantes designados por cada parte.

Los que critican a Trump, por reconocer a Kim y tratarlo de tú a tú, con respeto y disposición para negociar, pierden de perspectiva que en el 2017, al tomar posesión como presidente de EEUU, Corea del Norte ya tenía armas nucleares y estaba desarrollando su programa balístico intercontinental. Norcorea tiene algo que negociar, tiene apoyo de China, es una amenaza potencial en la región del Pacífico y cualquier guerra o reanudación de la guerra de las coreas implicaría la pérdida de miles o millones de vidas y de recursos. Además, podría desembocar en una guerra que involucre a China, en una guerra nuclear o en una guerra mundial.

Lograr un proceso de negociación en el cual Kim se compromete a detener los ensayos con misiles intercontinentales, a desmantelar un área de lanzamiento, a desmilitarizar las fronteras, a iniciar un proceso de paz entre las coreas y de desnuclearización de la Península de Corea, no es poca cosa.

Es cierto que Kim consiguió ser reconocido por EEUU y el mundo, pero eso no es por culpa de Trump. Eso es el resultado de décadas de negociaciones infructuosas, sanciones a las que no se les dio seguimiento, extorsiones, postergación de decisiones difíciles, tendencia a evitar una guerra, ingenuidad de líderes mundiales y éxito del programa nuclear norcoreano. Trump reconoció el hecho de que para negociar hay que ceder, se gana y se pierde, y Kim tiene algo que ofrecer.

Muchos de los que no quieren que Trump legitime a un tirano, fueron negligentes por años y no hicieron el trabajo necesario de disuasión ni ejercieron la presión suficiente para evitar el desarrollo de armas nucleares. Se hizo tarde. Las alternativas son una guerra, tarde o temprano, o la negociación de la paz y la desnuclearización.

Ya Kim había logrado lo inevitable, que se le reconociera. De hecho, es algo que viabilizó su padre Kim Jong-Il. No se debe procastinar para luego quejarse de las consecuencias.

Los que prefieren una guerra o mantener una postura de línea dura contra el régimen de Norcorea operan en negación. No quieren aceptar los hechos, los riesgos ni entender que no se debe esperar a que tu enemigo esté fuerte para entonces intervenir. Mientras haya espacio para negociar y se mantenga el cese de los ejercicios nucleares, no hay por qué sentirse derrotado ni pesimista.

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