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China debe pagar por los daños causados

Dos senadores republicanos proponen realizar una investigación congresional para recopilar evidencia sobre la negligencia del régimen de China, por ocultar información que pudo evitar la propagación del coronavirus (SARS-CoV-2). Lindsey Graham, de Carolina del Sur, y Josh Hawley, de Missouri, son los principales promotores de esta medida. Entre los congresistas republicanos y los comunicadores conservadores cobra auge esta propuesta.

La administración Trump ha dado visos de estar de acuerdo. Señaló la negligencia del intermediario entre China y el mundo.

El presidente de EEUU responsabilizó a la Organización Mundial de la Salud (WHO, por sus siglas en inglés), por no declarar la pandemia a tiempo y no proveer información precisa. Cortó los fondos que le asigna a este organismo vinculado a la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Esta movida va a tono con la postura de Trump de no ceder la soberanía nacional ante ningún organismo supranacional y de no financiar a países y a organizaciones que perjudican a los EEUU. Para Trump, la Nación es primero.

Comienza por WHO, porque es el intermediario que mantuvo contacto con China. Esta organización y el régimen chino son responsables de no compartir información que sirviera para prevenir la propagación del coronavirus.

Constantemente, le llama “Virus chino” al coronavirus para seguir la tradición popular de nombrar a los virus por su lugar de origen. La prensa liberal-progresista americana lo tilda de xenófobo, pero Trump responde que no hay que ocultar el hecho de que el coronavirus surgió en Wuhan, China.

Trump da a entender que EEUU investiga el flujo de información entre China y WHO. Se plantea interrogantes como por qué se tardaron tanto en reportar que el coronavirus se propaga de persona a persona, y sobre lo contagioso que es el virus.

Estas preguntas se las plantea también la Unión Europea y los jefes de Estado de sus países miembros. Por ejemplo, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, considera que no se puede ser ingenuo respecto al régimen chino. Es consciente de que oculta información importante sobre el coronavirus.

El régimen chino se comporta de modo sospechoso, pues expulsa a periodistas de medios de prensa americanos. En febrero de 2020 ordenó la salida de tres periodistas del diario The Wall Street Journal, porque publicó un escrito que el régimen chino tildó de “racista”. Cada vez que se quiere censurar la crítica al Régimen se recurre al mote de “racista”.

China no colabora plenamente ni es transparente con las estadísticas sobre coronavirus. Esperó hasta enero de 2020 para reportar lo que comenzó en noviembre de 2019. Para un virus contagioso como el coronavirus un mes y medio es un mundo.

Un punto que se debe considerar en cualquier investigación sobre el contubernio entre China y WHO es que el director general de este organismo internacional sobre salud, Tedros Adhanom, tiene simpatías ideológicas con el régimen chino. Existen dudas sobre por qué minimizó la peligrosidad del coronavirus, por qué se tardó en declarar la pandemia, por qué felicitó al régimen chino por un supuesto éxito en el control de la propagación del virus, por qué desincentivó el uso generalizado de las mascarillas, por qué insiste en cierres indefinidos de las economías, entre otras preguntas.

Tedros fue acusado en tres ocasiones (2006, 2009 y 2011) de ignorar las epidemias de cólera que surgieron en Etiopía, cuando era Ministro de Salud. Tampoco aceptó las recomendaciones de Taiwán, uno de los países más exitosos en controlar al coronavirus. China no quiere que reconozca a Taiwán como un estado independiente, por eso Tedros cortó comunicación.

La ONU y WHO operan como organismos que dan participación, en igualdad de condiciones, a regímenes autoritarios. Por eso, hasta en el Concejo de Derechos Humanos de la ONU hay tiranías y estados que cometen crímenes de lesa humanidad. No debe sorprender que el imperialismo chino goce de apoyo, pues todos los estados reconocidos votan en la Asamblea General de la ONU y compiten para dirigir y pertenecer a los diferentes concejos y organizaciones adscritas.

WHO tampoco ha destacado el éxito de Suecia y de cinco estados de EEUU gobernados por republicanos (Arkansas, Iowa, Nebraska, Dakota del Norte y Dakota del Sur). Estos estados no decretaron toques de queda indefinidos y lograron la inmunidad de porciones significativas de su población sin perjudicar la economía. Confiaron en la capacidad de sus ciudadanos, respetaron el orden constitucional y los derechos individuales, sin dejar de proteger a los más vulnerables. De este modo, cuentan con suficientes personas recuperadas que desarrollaron anticuerpos y que pueden donar plasma a personas con distintos tipos de sangre.

Las experiencias exitosas no son destacadas. Se promueve el alarmismo y las agendas político ideológicas y electoralistas. Por ejemplo, en EEUU, hay quienes desean derrotar a Trump poniendo trabas a la recuperación económica. Esto ocurre en otros países. Los autoritarios y los cazadores de contratos gubernamentales, con fondos de emergencia, se aprovechan de la pandemia.

Conviene que líderes como el presidente Trump, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, los gobiernos de Suecia y de Taiwán, entre otros, conserven sus puestos y asistan en la recuperación de sus países. Además, deben unir esfuerzos para demandar a China la reparación por las daños causados. EEUU puede hacerlo pasando factura en el pago de la deuda externa que tiene con China. Se espera que los demócratas se opongan y que el régimen chino de pelea, pero queda en manos de los electores americanos darse cuenta y elegir a quienes ponen el bienestar de la Nación primero.

 

 

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