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A buen entendedor, pocas palabras bastan

El 26 de abril de 2017 Donald Trump, presidente de Estados Unidos (EEUU), publicó un tuit que establece su posición sobre un posible rescate al plan de salud conocido comúnmente como ¨ObamaCare¨ y más fondos para Puerto Rico (PR). Indica: ¨Los demócratas tratan de rescatar a las compañías de seguros del desastroso #ObamaCare, y a Puerto Rico con el dinero de sus impuestos…¨. Para Trump, esta movida es una forma de mantener con vida a una reforma de salud fracasada, tanto en EEUU como en PR.

Dejar morir al ¨ObamaCare¨ es la estrategia del Presidente para iniciar el proceso de someter y aprobar un nuevo plan de salud. Cualquier esfuerzo por rescatar al sistema actual dilata y dificulta una reforma antes de que una tercera parte del Congreso cambie. Cada dos años hay elecciones que pueden alterar significativamente la proporción del Congreso, al punto de reducirse la ventaja republicana o hasta perder la mayoría en cualquiera de los cuerpos.

Trump no solo quiere dejar en agonía al sistema ineficiente y al borde del colapso con el fin de cambiarlo por uno suyo. Necesita que se sustituya con uno efectivo y que no presente el problema del actual que beneficia y privilegia a las compañías de seguros. Estas compañías favorecen que se asignen más fondos federales a los estados y territorios, porque les conviene. Hay un monopolio en algunos casos u oligopolios de compañías aseguradoras que aumentan las primas de salud.

Ricardo Rosselló, gobernador de PR, le responde a Trump con otro tuit. Dice: ¨Los ciudadanos americanos de Puerto Rico merecen un trato justo. La salud y los derechos civiles no son una cuestión partidista¨.

La respuesta de Rosselló es razonable si se considera que Trump criticó con su tuit a los demócratas. Sin embargo, el Presidente tiene un punto al considerar que sí hay una agenda partidista; los demócratas intentan salvar al ¨ObamaCare¨ y abogan por su permanencia. Rosselló también defiende la continuidad del Plan.

Para Rosselló hay razones que van más allá del Partido o de que esté o no favor del Plan. Necesita más ingresos en un momento de crisis fiscal y en el cual presentará su primer presupuesto. Pero Trump lo ve de otro modo. Entiende que la responsabilidad fiscal y el mantener los principios del Partido Republicano, va primero; apela a los americanos que votaron por él y lo apoyan para poner la casa en orden, reducir gastos, reducir impuestos y reemplazar al ¨ObamaCare¨. Es parte de su programa de gobierno y es legítimo que cumpla con el mismo.

Sin embargo, Rosselló no se limitó a responder al aspecto ¨partidista¨ del mensaje de Trump. También, indicó su posición y principio sobre cómo ve la salud y sutilmente atendió el asunto del estatus de PR. Entiende que la salud no es un asunto partidista; tácitamente, la establece como prioridad. Además, alude a los derechos civiles de los ciudadanos americanos de PR. En otras palabras, le comunica a Trump que en PR hay ciudadanos americanos que merecen el mismo trato que los ciudadanos americanos que residen en otros estados.

El Gobernador defiende la tesis sobre que bajo el estatus actual debe existir trato igual y sobre que se violan los derechos civiles de los ciudadanos que residen en PR. Subyace el mensaje de que PR es una ¨colonia¨ de EEUU y que los ciudadanos americanos residentes en PR son ¨ciudadanos de segunda clase¨. Si es el caso, por qué no acude a un tribunal para que atienda esta supuesta violación a derechos civiles.

Trump no se opone a que se atienda el asunto del estatus, pero el Departamento de Justicia federal claramente reconoce al estatus actual, conocido como ELA, como una alternativa de estatus; por tanto, tiene vigencia. El mismo Departamento de Justicia federal afirma que bajo el estatus actual se garantiza la ciudadanía americana. No es obligatorio un cambio de estatus, pero es viable un proceso acordado por las partes, vinculante, para cambiarlo.

A Rosselló esto no debería preocuparle, pues si el estatus actual es una forma autonómica con un grado de soberanía y ciudadanía americana garantizada, entonces su tesis sobre que a los ciudadanos americanos residentes en PR se les violan derechos civiles cobra peso.

Es irónico, pero una alianza entre los autonomistas del Partido Popular Democrático y los estadistas del Partido Nuevo Progresista tiene sentido, aunque se piense que es revivir la idea de un ELA ¨mejorado¨. Si Rosselló considera que la salud y los derechos civiles no son un asunto partidista, no debería rechazar las ventajas jurídicas que provee el estatus actual. Eso no lo hace menos estadista, sino sensato y astuto. La estadidad se encaminaría mejor pidiendo que PR se incorpore oficialmente como territorio y no que permanezca la interpretación de los Casos Insulares sobre PR como territorio ¨no incorporado¨.

Una nueva reforma de salud federal no tiene porqué excluir a PR. El estatus no es el problema. La diferencia entre Trump y Rosselló sí es partidista, en tanto que es ideológica. El Presidente defiende su postura conservadora fiscal y le envía un mensaje al Congreso y al gobierno de PR sobre que no favorece rescates. El gobernador de PR, por su parte, está como el refrán, si el Congreso aprueba el presupuesto transitorio con más fondos de salud para PR, ¨a quién le amarga un dulce¨.

En dos tuit ambos dijeron mucho con pocas palabras. Esta es la magia de Twitter; es una red social que exige ingenio y ser lacónico. Ambos son pioneros en el uso de las redes sociales por parte de un presidente de EEUU y de un gobernador de PR. Los medios de prensa tradicionales no siempre llevan el mensaje primero. Las redes sociales posibilitan una comunición directa entre las partes, con el público, y de modo veloz.

 

 

 

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