Ser corresponsal en Cuba
Desde que estoy en Cuba son muchos los amigos o lectores que me hacen la misma pregunta: ¿cómo es eso de vivir en Cuba?
La verdad es que vivir aquí tiene diversas manifestaciones, pues la vida tiene el aspecto profesional y el personal, los cuales, a su vez, gozan de sus particularidades, por lo que esa pregunta requiere de varios posts con enfoques distintos, los cuales iré colocando poco a poco según pase el tiempo.
En este post en específico les voy a contar un poco de lo que es trabajar como corresponsal aquí y sus variantes, pues por acá las cosas no se manejan de la misma manera que en nuestra comarca.
Para comenzar, y sin entrar en juicios valorativos, cuando uno viene a trabajar en Cuba tiene que entender que se entra a un sistema socialista, donde el control del Estado es absoluto y donde hay que respetar las reglas de juego del país si se quiere poder laborar aquí. Eso es lo primero y hay que tenerlo clarísimo, pues son muchos los que acaban marchándose frustrados porque no entienden cómo lidiar con una estructura en la cual todo es público y centralizado, a la manera cubana y bajo las normas cubanas.
Una vez se entiende esa realidad, no antes, pues la actitud con que se venga es fundamental, se inicia el proceso pidiendo un permiso especial de corresponsalía, el cual, en el mejor de los casos, puede durar hasta más de un año. En mi caso, la autorización oficial se dio exactamente un año después de la solicitud. En el interín, viajé muchas veces al país, pero a hacer trabajo como corresponsal en tránsito, lo cual significa que uno viene a cubrir ciertos eventos y luego marcharse.
Ese permiso para laborar en Cuba lo emite el Estado a través del Centro de Prensa Internacional (CPI). Es como una licencia que te permite abrir oficina en la isla, tener servicios básicos, contar con una residencia temporal y, lo más importante, tener acceso a los eventos oficiales y a los funcionarios. Sin esa credencial es muy poco lo que se puede hacer en Cuba.
Y quiero detenerme aquí, porque hay unas cuantas ideas erróneas sobre este proceso. En Cuba no paran a nadie al entrar por Migración, a menos que seas un delincuente o vengas violentando las normas migratorias cubanas, que no son muy diferentes a las que existen en cualquier país del mundo. Entonces, lo fundamental es, si se quiere trabajar como periodista, seguir las normas migratorias, las cuales establecen que debes solicitar una visa a tales fines y un permiso en el CPI.
Hay quien se tira y quiere trabajar de periodista sin seguir las normas. Cuando lo acaban sacando o no le dan acceso a los eventos, pues tienden a hacer todo tipo de espectáculos, lo cual se pudo evitado sólo con pasar por la oficina del CPI.
Por ejemplo, ¿qué le pasaría a usted si quiere entrar a la Casa Blanca a trabajar como periodista y no está autorizado? Pues lo van a sacar, porque hay unas reglas que seguir. Lo mismo pasa aquí, siga las normas migratorias y las del CPI, y no tendrá problema alguno.
De hecho, es impresionante el respeto y el cariño que los cubanos sienten por los corresponsales extranjeros. Claro, no todo es miel sobre hojuelas, porque en ningún lado lo es, pero confieso que en general me siento sorprendido por el trato al corresponsal extranjero.
Bueno, esa era toda la parte procesal, la más complicada, pues si algo tienen los cubanos es que son muy celosos con quién logra esa credencial, pues ellos plantean que están dando un acceso privilegiado a su modelo social.
Entonces, ¿cómo es el día a día?
Contrario a la norma en otros países, aquí no existe algo como un calendario de actividades de la Presidencia, convocatorias a conferencias de prensa diarias en algún ministerio o acceso a oficiales de prensa que arreglan entrevistas inmediatas o especiales en sus áreas de trabajo. En pocas palabras, aquí no hay el bombardeo de búsqueda de cobertura que hay en nuestro sistema.
Los corresponsales extranjeros dependemos de que el CPI emita unas convocatorias a través de un sistema de correo electrónico o mediante notas oficiales usualmente publicadas por el Ministerio de Relaciones Exteriores (Minrex).
La media es que por ese sistema los corresponsales recibimos entre 5-8 convocatorias en promedio a la semana, unas veces más, otras menos. ¿Suena poco? Pues créame que no, pues el problema es lo que traen esas convocatorias.
Les doy un ejemplo que me acaba de pasar. Estaba en mi casa-oficina trabajando y recibo un correo con una de esas convocatorias. Para hoy no había nada en agenda, así que estaba trabajando en unas historias previas que hice en Holguín. El email del CPI invitaba a otra de las charlas del proceso de paz en Colombia. Digo “otra de las charlas”, porque convocar a ese proceso es normal y muchas veces los periodistas nos topamos con anuncios o declaraciones poco fructíferas.
Ahora, estando aquí y por voz de colegas experimentados, uno aprende que hay que tratar de ir a todo lo que convoca el CPI, porque uno no sabe qué sorpresita se va a llevar, lo cual fue el caso con el tema de Colombia.
Eso de ir a los actos convocados por el CPI me recuerda una vez que convocaron a una inauguración de una feria. El único corresponsal que apareció fui yo. ¿El premio? Conversé con tres de los llamados cinco héroes cubanos a pocos días de la visita de Obama. Todo un banquete de reacciones muy difíciles de encontrar en otro contexto. Así que cuando el CPI convoca, uno va, y por eso agarré y arranqué a las millas cuando rondando las 8:30 a.m. recibí una cita para las 10:00 a.m. que decía:
“Estimado colega:
Anuncio sobre Ciclo de Conversaciones de Paz entre el Gobierno y las FARC- EP de Colombia.
Fecha: Hoy, miércoles 22 de junio de 2016.
Hora: 10.00hrs
Lugar: Palacio de Convenciones.
El chequeo técnico comenzará a las 09:00hrs en el lugar habitual.
Saludos, CPI”.
¿Qué pasó allí? Se anunció el cese al fuego bilateral permanente entre el gobierno y la guerrilla, un momento histórico para Colombia. Además, se informó del evento del día siguiente de la firma del pacto entre la guerrilla y el gobierno colombiano, con la presencia de presidentes de diversas partes del mundo y hasta el secretario general de la ONU.
Claro, hubo su colega que no llegó porque pensaba que sería otro mondongo, pues ese se equivocó; y tampoco apareció alguno otro que no recibió el correo porque no tenía internet, pues ése tuvo mala suerte.
Gracias a Dios este jíbaro del barrio Peñuelas de Santa Isabel aprendió la lección tempranito, salió corriendo y no se perdió una nota importante que sería todo un dolor de cabeza conseguirla.
Entonces, para resumir, ¿cómo es ser corresponsal en Cuba?
Pues simple, uno puede estar muy tranquilo pensando que nada ocurre y de momento, en la más inocente de las convocatorias, revienta un follón internacional que se roba los titulares.
Eso es lo que hace interesante vivir aquí, que las noticias, cuando salen, son grandes, grandes de verdad, y uno siente que de esta manera está formando la historia de la región.
Nota: hay que aprenderse la regla de oro, que es que hay que “tener cuidado con faltar a una convocatoria del CPI”. 🙂