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¡Qué bueno es estar vivo!

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Sobre los dogtores y su caninoterapia

En días recientes conocí a Pralines N’Cream, y el flechazo mutuo fue inmediato. Nunca me había sucedido porque prefiero los gatos a los perros, pero ahí estaba ella. Sus ojos pequeños -color caramelo claro y meridianamente rasgados- me hipnotizaron.

Sucedió así: me encontraba en una de las salas de terapia física y ocupacional de Health South en el Centro Médico de Rio Piedras cuando entró un grupo de miembros del Puerto Rico Therapy Dogs, con sus respectivas perras. Parecía que era el día exclusivo de las chicas/modelos. Todas vestían trajecitos que llamaban la atención de pacientes y personal hospitalario.

Mi contacto visual con Pralines N’Cream fue de un instante porque competía con la mirada de cinco chicas que movían colas con rapidez. Todas buscaban pacientes para ofrecerles cariño, ternura, distracción y ánimo.

Pralines se mantuvo cerca de mí, quietecita y sin aspavientos, como si me hubiera escogido.

Pasaron por mi cama de ejercicios cinco de las seis amorosas chicas de cuatro patas con sus respetivos dueños. Se acostaban, recibían mi dosis de sobeteos y pasaban a dejarse acariciar por otro paciente. La verdad es que fue un refrescante parénteris de rutinas de ejercicios que nadie protestaba. Al contrario. Los primeros en promover el contacto canino eran los terapeutas.

Pralines no me despegaba la vista. Una a una, se acostaron a mi lado cuatro de las seis perritas de tamaño mediano y pequeño. Buscaban mimos y cuchi-cuchis durante breves turnos.

Al primer descuido de sus colegas, Pralines (la mas grande y tosca que recuerdo) saltó a mi lado y arrellanó su espalda contra mi cadera derecha poniéndose a mi disposición. Interpreté que, sin hablar, me decía: “estoy para tí”, “apapáchame, que así te voy apapachando yo a tí”.

Así estuvimos buen rato.

Supe que la melosa y dulce Pralines es una American Pitbull rescatada del parque Forestal de Bayamón hace 3 febreros. La encontraron unos entrenadores de perros, que, al conocerla, supieron que no podría sobrevivir en la calle por ser tan mansa. El destino la llevó al hogar de Carmen Deliz y Francisco García, una familia de voluntarios “guardianes” de tres terapistas caninos: Ella, Leo y Pralines N’Cream.

El sonido brusco de un toallero de papel interrumpió nuestro idilio. Pralines se alteró y lanzó un tímido ladrido. Y yo, que había permanecido recostada en una posición cómoda y libre de estrés, del susto quedé sentada derechita.

Mi nueva amiga se volvió a acomodar a mi lado como si nada hubiera pasado. Su dueña me tradujo la acción: el ladrido era señal de que me estaba protegiendo de un sonido que al fin de cuentas, no fue anticipo de peligro.

A mí todavía me maravilla lo que provocó esa breve caninoterapia. Hace semanas que trabajo distintos ejercicios para recuperar el balance al sentarme. Mis excelentes terapeutas sabían que podía hacerlo, y me lo decían, pero no me convencían. Es que el miedo congela a una persona que ha sufrido varias fracturas por caídas.

¡Hasta que Praline –de un susto- me probó que tengo la capacidad de hacerlo!

Emocionada y feliz, llamé a mi amigo Toño para compartir la experiencia de otro pequeño logro.

¡Para qué fue eso!

Toño despotricó en contra de ese tipo de terapia por la posibilidad de que le “activen alergias” a los niños, o le pasen la lengua por la cara a un bebé.

Le expliqué que se trata de perros entrenados y debidamente certificados como Terapistas Caninos, y que sus dueños -igualmente licenciados- hacen las visitas a manera de servicio voluntario siguiendo normas de seguridad e higiene.

Sin embargo, no hay manera de convencer a un tipo tan negativo, hipocondriaco, neurótico e impropio.

¡Ay, San Francisco de Asís! Quédate alimentando palomas y amansando lobos por un rato, y no escuches a Toño.

Pralines N’Cream y sus colegas definitivamente hacen un excelente trabajo. El que no lo crea, que se dé una vuelta por las instituciones tras las visitas de esos dogtores y terapistas caninos.

Si todavía no me cree, sepa que cuando estaban de retirada, Pralines haló a su dueña, hizo que le abrieran la puerta de la sala de terapias, y regresó a despedirse de mí… para sorpresa de todos.

Luego me dijeron que era su forma de pedirme disculpas por el ladrido y verificar que estuviera bien.

***

Nota: Para más información y el calendario de visitas, acceda la página Oficial de Puerto Rico Therapy Dogs: http://prtherapydogs.com/prtdsite/?page_id=34

También puede visitar la página de Facebook de Pralines N’Cream, que dicho sea de paso, participa de un concurso y necesita nuestros votos:                                                                  https://www.facebook.com/profile.php?id=100000648049540&fref=ts

 

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