La violencia se manifiesta de muchas formas siendo la más fea aquella en la que personas se pelean a puñetazos, empujones y se da el forcejeo entre policías y protestantes que quieren hacer valer sus quejas. La tiraera de piedras, latas, etc. abonan al desorden propiciándose heridas y daños a la propiedad.

En el caso de los que protestan acampados en los predios de la calle Chardón, el coraje que motiva a los manifestantes surge de lo que podríamos llamar violencia jurídica, una que se genera en oficinas y recintos de gobierno en Washington donde se invoca el derecho de la fuerza para imponerle a un pueblo indefenso leyes legisladas por un cuerpo político donde, en este caso Puerto Rico, no tiene representación de clase alguna. Así se viola la dignidad de los puertorriqueños que vienen obligados a sufrir las consecuencias de un claro abuso del poder.

Claro, en esos cuarteles imperiales todo se conduce en orden y no hay vidrios rotos. Pero hierve la violencia.

Porque PROMESA instituye una Junta de Control Fiscal que pretende desmantelar el gobierno electo en las urnas por los puertorriqueños en su Isla sustituyendo la autoridad de hombres y mujeres en la legislatura e incluso la de un gobernador seleccionado por la voluntad de una mayoría de nuestro pueblo. Comprenderán porque se justifica un repudio violento de quienes se sienten atropellados por tamaña agresión antidemocrática.

El imperio quiere imputarle a la colonia responsabilidad absoluta por una deuda billonaria a bonistas argumentando como causa de las crisis la corrupción atribuida a nuestros gobernantes obviando la indefensión de Puerto Rico ante leyes federales que perjudican su economía. La actitud de Washington ha sido de indiferencia y puro desprecio a nuestras penurias negándose a AYUDARNOS a solventarlas como hicieron con Detroit e instituciones como General Motors. El consabido “que se joroben, describe perfectamente la conducta de Obama y del Congreso Federal.

Ante esta manera de tratar a un Puerto Rico al cual han sojuzgado por 118 años; una nación cuyos hombres han participado de sus guerras y que han soportado pacíficamente la explotación que surge de nuestra inferioridad política, era hora que los puertorriqueños nos rebeláramos ante el maltrato de los que han sido dueños de nuestra vida y hacienda.

El BASTA YA era de esperarse y la reacción en las calles no puede ser otra que la de PURO RECHAZO a la Junta Imperial negándonos a reconocer una autoridad que no tiene base moral o legal.

Mucho le hemos aguantado a esos abusadores.

Que les paguen a los bonistas y que carguen sus débitos a lo que nos deben por más de un siglo de coloniaje.