El Capitalismo tiene reglas, al amparo de unas libertades tantas veces ilimitadas como lo son la de expresión en sus múltiples variantes y la empresarial garantizada por el derecho a la propiedad, induce y permite al individuo el poseer toda la riqueza que pudiera acumular.

 Es así que se promueve el individualismo y sus iniciativas como la idea fundamental y gran propósito de este sistema económico. Y es así como se crean desigualdades económicas dándose el caso de que unos pocos monopolizan la riqueza de un país como los Estados Unidos mientras la inmensa mayoría de su gente sobre vive entre la clase media trabajadora y en la pobreza.

 Estas ideas del esfuerzo individualista estimuladas por la competencia son uno de los grandes atractivos del capitalismo pero no debe sorprendernos que también estimula en las personas, colaterales negativos como lo serían fuertes sentimientos egoístas y de codicia extrema.

 Esa necesidad por sobre vivir hace de la corrupción  una alternativa para el que no puede tener lo poco que otros tienen en exceso. Y es así que la corrupción arropa esta modalidad de vida en la que la juventud se educa para servirse y no para servir. Porque es mucho lo que influye la educación desde lo que se aprende en el hogar, y en los grados elementales hasta graduarse de una universidad. 

 La vida se da en función del prójimo y al entenderse esa circunstancia niños y jóvenes aprenden que viven y trabajan para servir una sociedad y no a servirse de ella. Si eso no se enseña temprano en sus vidas el individuo  vivirá para gratificar su persona desentendiéndose de las necesidades que agobian a sus semejantes. Llámesele cristianismo o identifíquelo con cualquier otra religión pero de lo que se trata es de ayudar al prójimo y no verlo como un competidor a quien vencer.

 La competencia es la madre de la agresividad y de la ambición haciendo del sistema capitalista uno de TODOS CONTRA TODOS. De esa manera, las sociedades se convierten en campos de conflictos y entre países, de guerras catastróficas.

Urge pues que preparemos a nuestra juventud para vivir en paz haciéndola consciente de que debemos procurar el bienestar de todos los que compartimos vida comunitaria. Y al estimular la generosidad en vez de la codicia crearemos seres humanos capaces de saber para servir.

Lamentablemente, el Capitalismo promueve todo lo contrario, dando paso a que las tentaciones de la riqueza y el poder promuevan la corrupción, la violencia y las guerras.

Eduquemos para saber y ¿para qué?

PARA SERVIR