Lo injustificable
Las noticias que llegan del oriente medio sobre ISIS y sus crímenes nos entristecen hasta el punto de desmoralizarnos. Desafían estos acontecimientos dos rasgos esenciales en la mayoría de los seres humanos: la inteligencia y la sensibilidad. El asesinato de hombres y mujeres, incluyendo niños y niñas, obviamente inocentes, no repara agravios que puedan incluir la matanza indiscriminada de miles de civiles inofensivos aquel 11 de septiembre del año 2001 en las torres gemelas de Nueva York o las víctimas de los cientos de bombardeos a ciudades iraquíes ordenadas por Bush (43) o los homicidios cometidos simplemente para demostrar el resentimiento de una civilización por unos abusos cometidos por otra en siglos de explotación.
EL OJO POR OJO DE LA VENGANZA DEJA AL MUNDO CIEGO. Gandhi fue claro y justo en este mensaje.
Matar a la distancia con bombas y misiles o hacerlo decapitando a la víctima por televisión, aunque provoca emociones distintas, tiene el mismo resultado: la muerte de inocentes. Es tan criminal el que aprieta el botón que deja caer el misil o la bomba como el que le corta el cuello a su prójimo.
Son tantas y tantas imágenes de estos crímenes que nos llegan a diario por la televisión pero ninguno me horroriza más que el perpetrado por explosivos corporales en los cuales el suicida se asegura de acabar con el mayor número de vidas posible. Y es que acabo de leer: “Suicida en motocicleta mata a seis en Irak”. Comprenderán como afecta una noticia como está a personas que valoramos la vida por sobre todas las cosas de nuestro mundo. Pero es cuando nos instruyen en cuanto a como indoctrinan a niños y niñas en la utilidad del suicidio como táctica de guerra que sentimos lo absolutamente INJUSTIFICABLE de esa forma de pelear y de matar.
Enseguida pensamos en los argumentos de tipo religioso que se utilizan para convencer a estos jóvenes de que aseguran la inmortalidad de su alma cumpliendo con un mandato divino. Hiérase así la inteligencia; ese don que nos distingue de los animales y que, bien desarrollada, nos conduce al templo de la sabiduría donde impera y manda la razón.
Queda por atender el detalle de la sensibilidad que responde al sentimiento por el dolor ajeno, pura solidaridad con el que acaba de perderlo todo sin justificación. El débil opta por esta modalidad de golpear al fuerte en escenarios particulares sin exponerse a una confrontación entre la totalidad de sus respectivos recursos bélicos. Pero lo que hace eficaz el ataque es la disposición del atacante a sacrificar su vida para acabar con la de sus enemigos. Comprenderán que podría tratarse de una guerra sin fin y de sufrimientos interminables.
Modalidad Injustificable.