Trato de describir la lucha de los puertorriqueños por conservar su nacionalidad formada por un idioma común: el español, una circunstancia geográfica como isla en el Mar Caribe y una etnia muy particular. Se trata, además, de valores culturales que nos han hecho una civilización; en fin, una nación.

De eso se trata la resistencia.

La invasión por el ejército de los Estados Unidos en 1898 puso a prueba la fibra patriótica de nuestra sociedad cuando fuimos sometidos a una agresión imperialista con fuertes matices culturales y políticos que antagonizaban con esos factores que determinaban nuestra identidad.  A eso hemos resistido por 118 años y estamos resistiendo en momentos cuando el régimen colonial que nos han impuesto ha llegado a su máxima expresión en abierta violación de los principios democráticos que supuestamente promueven y defienden los invasores.

Personifican una resistencia activa los boricuas que protestan el más reciente abuso antidemocrático de imponernos una Junta de Control Fiscal compuesta por extranjeros, ninguno de ellos electos por nuestro pueblo. Y me refiero a los patriotas acampados en los predios federales de la calle Chardón. Ellos también, como Mónica Puig, son medallistas de oro.

No resiste el que acepta la humillación abierta y abusiva del coloniaje o del desnacionalizado que propone la anexión de Puerto Rico a la Unión Federal como el Estado 51 sepultando así nuestra personalidad y haciendo imposible que una gesta como la de Mónica Puig vuelva a enorgullecernos como nación.

Mientras el PNP insiste en su quimera anexionista obviando los abusos y desprecios del Imperio anglo sajón, los populares han descarrilado el tren de la soberanía procurando colaborar con la Junta de Control Fiscal y descartando cualquier proyecto político que no sea la conveniencia de ADMINISTRAR la colonia. Administrar la colonia NO ES UN PROYECTO POLÍTICO.

En el ambiente electoral que culmina este año del 2016 el 8 de noviembre con las elecciones generales, solo quedaría la alternativa de votar por la independencia de Puerto Rico para librarnos de la Junta Imperial y acabar con la amenaza de disolver nuestra nacionalidad integrándonos a una nación con la cual no tenemos ni afinidades culturales ni afectos. Los colonizados y los desnacionalizados (populares y penepés) siguen promoviendo el mensaje de que no podemos ser libres y sobrevivir aun sabiendo que en nuestra pequeñez territorial hemos desarrollado gente muy capacitada de servir en distintas profesiones y labores, así como muy dispuestas a trabajar como haya que hacerlo y cuando haya que hacerlo.

Si la isla de Jamaica puede ser libre con una extensión territorial muy parecida a la nuestra, no hay razón por la cual Puerto Rico no pueda serlo teniendo una infraestructura superior y una fuerza laboral de excelencia. Y no hay porque eximir a los Estados Unidos de que nos ayude a lograr que nos convirtamos en una república de éxitos y progreso. Nos lo deben. Tengan eso claro los que en sus hojas de balance tienen a los boricuas debiéndoles más a los ‘americanos’ que ellos a nosotros. Raro sería el caso en que es la colonia la que explota al imperio y no todo lo contrario.

Es una pena y hasta una vergüenza que nuestras Cámaras Legislativas y el gobernador de Puerto Rico, puertorriqueños electos por puertorriqueños y por lo tanto legítimos representantes nuestros, no hayan impugnado o se propongan impugnar la autoridad de esa Junta de Control Fiscal y de paso denunciar ante la ONU la agresión imperial norteamericana manteniendo un régimen abiertamente COLONIAL en violación de los más elementales principios de la democracia  y  de los derechos humanos de los puertorriqueños.

Demostremos el valor de la resistencia en las urnas el 8 de noviembre votando por la INDEPENDENCIA DE PUERTO RICO. No es para que el Partido Independentista GANE las elecciones sino para que CREZCA.