Oscar López Rivera sigue encarcelado en una prisión federal.

La llave que lo libera la tiene Barack Obama. Al presidente de los Estados Unidos no le importa el sufrimiento de este puertorriqueño que ha pasado casi la mitad de su vida preso por haber luchado por la independencia de su patria.

Y además, luchó en Vietnam por la patria de Obama. Y a pesar de que medio mundo pide su excarcelación, en Casa Blanca nadie atiende.
Obama es un hombre educado pero tan ‘americano’ como los Mc Cain. Romney,

Bush y Cheney. No se dejen engañar por el color de su piel. Los puertorriqueños valemos muy poco para este señor que se pasea por el planeta predicando un evangelio de libertad, democracia y paz mientras no solo mantiene un régimen colonial en Puerto Rico, sino que se muestra completamente indiferente a los problemas fiscales de un territorio que le pertenece a su Imperio por el derecho de la fuerza desde 1898.

Y los puertorriqueños, en vez de confrontar a los ‘americanos’ responsabilizándolos en gran medida por la quiebra de nuestra economía (bastaría con aludir al abuso de las Leyes de Cabotaje),  los excusamos del crimen del colonialismo al extremo de que más de un millón de desnacionalizados sueñan con que Puerto Rico forme parte de esa familia federal que ni nos quiere ni nos respeta. Somos tan eñangotaos que la estatua de Barack Obama adorna los predios frente a nuestro Capitolio junto a otros ’emperadores’ yankis.

Los Estados Unidos, en su trato con Puerto Rico, han traicionado abierta y descaradamente los principios que fundamentan su Carta Magna manteniendo a una isla –  nación caribeña – como botín de guerra, pertenencia,  abusando de su enorme poder militar y económico para negarle el derecho de auto determinarse y así maximizar su desarrollo como Pueblo libre y soberano. Lo hicieron para servir sus intereses imperialistas con la complicidad de líderes políticos puertorriqueños deslumbrados por el mito de una ciudadanía ‘americana’ que en efecto nos DESNACIONALIZA.  Añádenle el engaño de promesas tendientes a glorificar la inferioridad jurídica y la dependencia de los isleños para ahora, en el 2015, darle la espalda a una  crisis económica y moral  la cual ellos, los Estados Unidos, han propiciado con su mezquindad.

O sea, en vez de tratarnos como iguales, reconociendo de paso nuestros valores culturales; valores que definen una nacionalidad distinta a la de ellos y entonces ayudarnos en la formación de una nación libre y soberana como manda su ideario, nos han utilizado como territorio de valor estratégico militar y un mercado cautivo que sirve primordialmente SUS intereses. Y ahora que nos ahoga la quiebra de nuestra economía, ni miran para acá en un irresponsable “que se joroben”. El paralelismo con el pensamiento de Obama referente a Oscar López Rivera es patente.
La tragedia de Puerto Rico es que la mayoría de su gente no entiende ni acepta que ha sido el colonialismo la razón principal para nuestra bancarrota económica y moral. Son los que libran al imperio de toda culpa por nuestro infortunio, muchos de ellos incluso dispuestos a disolver nuestra nacionalidad y hacernos ‘americanos’ como un estado de la Unión Federal. ¡Qué vergüenza!

Desde que asumieron el control de nuestra vida y hacienda formalizado por la Ley Fóraker de 1900, los Estados Unidos han tratado a los puertorriqueños como inferiores. Jamás pensaron en que Puerto Rico pudiera ser un estado de de la unión federal, o sea PARTE de su nación como tampoco hicieron nada por hacernos un Pueblo libre. Contrasta esa conducta mezquina con la que ha hecho del estado de Israel uno próspero y cualificado para ser un miembro importante de las Naciones Unidas.

A pesar de realidades tan obvias como los primeros cuarenta años de  abierta explotación económica y la validación de un Estado Libre Asociado claramente viciado por déficits coloniales, una mayoría de los que viven en Puerto Rico opinan que el imperio le ha dado más a la colonia que lo que el imperio le ha sacado a este territorio. Y así se ha inducido en nuestro Pueblo la consigna de que no tenemos la capacidad para ser libres siendo la tolerancia del coloniaje nuestra única alternativa de futuro.