Alejandro Garcia Padilla hizo su discurso de despedida el lunes 29 de febrero y luego de enumerar los logros de su administración y repartir culpas por sus fracasos, eximió a los Estados Unidos de todas ellas con un simple teorema de que LA DEUDA NADA TIENE QUE VER CON EL STATUS.

Sin embargo, días atrás insinuó que estaba inclinado a denunciar a los Estados Unidos por haber sometido a los puertorriqueños a un coloniaje de 117 años mediando MENTIRAS que fabricara el gobierno de esa nación con el concurso de funcionarios del Estado Libre Asociado y luego consiguiendo que las Naciones Unidas validaran sus planteamientos y se certificara la descolonización del territorio no incorporado de Puerto Rico.

Ese fraude fue denunciado por Vicente Geigel Polanco a principios de la década del 1950, o sea, enseguida, dado lo obvio del embuste. La maquinaria política de Luis Muñoz Marín apagó esa protesta a fuerza de votos y apoyo económico muy especial y generoso de un Washington involucrado en una Guerra Mundial y luego las de Corea y la de Vietnam en las que murieron puertorriqueños, ciudadanos americanos’ de segunda clase que no pudieron votar por el presidente de los Estados Unidos ni por los congresistas que validaron esas guerras.

Días después del mensaje del gobernador apareció un anuncio de página completa en El Nuevo Día con un retrato de Muñoz Marín acentuando sus palabras de que “YO NO SOY PRO – AMERICANO – YO SOY AMERICANO aludiendo a su ciudadanía ‘americana’ y añadiendo hipócritamente no nos cobija la ciudadanía ‘americana’, la llevamos dentro”. El anuncio fue pagado por el ‘Educational forum for U.S. citizenship’, en ocasión de celebrarse 99 años de que a un millón de puertorriqueños, la mayoría de ellos analfabetas se les impusiera como ‘regalo’ la ciudadanía de los Estados Unidos con la consecuencia de evitar que en ese presente y en su futuro el puertorriqueño pudiera ser ciudadano de su nacionalidad condenándolo a la perpetuidad del coloniaje y de la inferioridad.

Los muñocistas en el PPD (y Alejandro es obviamente uno de ellos) atesoran una ciudadanía extranjera y desprecian la suya. Por eso pienso que el “enredo de espíritu” del que hablaba Muñoz Marín era realmente EL SUYO al no entender la obvia diferencia entre un estadunidense y un puertorriqueño y por eso el antagonismo cultural entre nuestra nacionalidad y la ciudadanía anglosajona. Solo el derecho de la fuerza ejercido por los invasores podía inducir a la nación puertorriqueña a valorar una ciudadanía extranjera por sobre su nacionalidad y la libertad.

Aún los estadistas, cuando se les pregunta sobre lo que son, afirman que son puertorriqueños. Muy pocos dirían que son ‘AMERICANOS’.

Me desmoraliza el pensar que un puertorriqueño pueda atesorar más su ciudadanía ‘americana’ que su nacionalidad. Eso es como negar la madre que nos parió.

Luis Muñoz Marín se equivocó. Murió en 1980. Pero su ideología colonialista vive en muchos populares que se niegan a promover un Puerto Rico soberano y libre conformándose con ser pura pertenencia de los Estados Unidos.

Por todo lo expresado en este artículo la despedida de Alejandro fue tan inconsecuente como su liderato.