El 28 de junio de 1953 un  equipo de la Universidad de Puerto Rico, dirigido por Víctor Mario Pérez, se presentó en el Parque Paquito Montaner para enfrentarse a los poderosos Leones que se habían coronado Campeones del Basket Boricua en el 1952 liderados por el fenomenal Pachín Vicens. 

Aunque los Gallitos estaban en racha victoriosa, se consideraban inferiores a sus anfitriones  ya que tres de sus regulares: Tino Cains, Roberto Morales y Tito Santori se habían ausentado para cumplir con compromisos del R.O.T.C  en Fort Benning. Ante 2,000 fanáticos y restando solamente 19 segundos de partido, los rojiblancos perdían por tres puntos 76 x 73. Dos tiradas libres de Fernan Oliver nos acercaron a un punto. Y luego de un  corte de balón un tapeo de Billo Torruella al filo de la chicharra derrotó a Ponce dejando a su fanaticada sin respiración.

Sesenta años después, el ahora juez federal Juan Torruella, en la cancha de la Escuela de Derecho en Harvard soltó un bombazo que acabó
con los odiosos casos insulares sobre los cuales Estados Unidos ha justificado su política imperial sobre Puerto Rico violando por 116
años la letra y propósito de su propia constitución. 

Billito, nacido, criado y residente en nuestra Capital, baloncelista y cuatro veces olímpico en las lides de la marinería, dijo todo lo que había que decir en cuanto a  como los Estados Unidos habían discriminado en contra de los puertorriqueños manteniéndolos siempre en esa inferioridad jurídica y política claramente definida como COLONIA.

A esa denuncia  en boca de Albizu Campos o de los miles de independentistas que a diario condenamos ese abuso de la fuerza imperial, poco caso se ha hecho en Washington como en San Juan. Pero ahora el reclamo viene de un Juez Federal que confiesa su verguenza al no poder, él como residente del territorio, su patria, Puerto Rico, votar por el presidente de la nación a la que sirve desde tan
importante cargo judicial. 

Lo megatónico del bombazo vino al final cuando  Torruella, emulando  a Gandhi y a otros apóstoles de la desobediencia civil, pacífica pero
firme, propuso el boicotear las mega tiendas y corporaciones norteamericanas como Walmart, Walgreens etc. negándoles el auspicio consumista de todos los puertorriqueños. Porque muy bien conoce el Juez  que es por el ‘bolsillo’ que se ataca  mejor al imperio que nos invadiera en 1898 con el malditamente  mendaz propósito de LIBERARNOS. 

Las Leyes Fóraker y Jones, ambas inconstitucionales. nos sumieron en el coloniaje y en el caso de la Jones de 1917 perfeccionaron el concepto DESNACIONALIZÁNDONOS. Fue asi porque al determinarnos ciudadanos ‘americanos’, eliminaron la posibilidad jurídica de ser ciudadanos de nuestra nacionalidad. Puro genocidio político. Y ¿para qué? Para que en los albores del siglo veintiuno suframos un Puerto Rico Estado Libre Asociado QUEBRADO; tanto económicamente como moralmente.

Billo Torruella seguramente atesora su ciudadanía “americana” pero le rejode que lo estigmatice como INFERIOR, tal y como la tésis de “separate but equal” estigmatizara a los negros de Estados Unidos aún después del triunfo norteño en la Guerra Civil de 1861. Pero yo lo que atesoro es mi nacionalidad puertorriqueña y sueño y lucho a diario por hacerla valer jurídica y políticamente  portando  un pasaporte que refleje la única ciudadanía que me identifica como lo que soy: LA PUERTORRIQUEÑA.

El gobierno yanki que vive y promueve la religión del dolarismo con su sede en Wall Street, se cree que con sus cupones, fondos federales y a billetazos puede recompensar a un Pueblo que ha sacrificado a miles de jóvenes boricuas en sus guerras por medio mundo convirtiéndose, muchos de ellos en héroes de otra patria, la de ellos, y la que nos ha impuesto leyes como las de cabotaje y cualquiera que se les antoje significando la abominación del coloniaje, inconstitucional como lo afirma Torruella y criminal como lo tipifica el derecho internacional.

Abusaron en Vieques por más de medio siglo y por 32 años han abusado de Oscar López Rivera a quien el presidente Barack Obama no le guarda la más mínima consideración como no la ha tenido ni la tiene con el Pueblo puertorriqueño.

Desde hoy me uniré al clamor de boicot de Billo Torruella y de la misma manera que desde 1993 renuncié a la ciudadanía de los Estados
Unidos – y al pasaporte del águila , me abstendré de patrocinar los tenderetes norteamericanos y sus mega negocios.

La dignidad no tiene precio.