America First
Los Estados Unidos son un continente. Tienen de todo. El inventario de sus recursos luce inagotable y ningún país del planeta posee una riqueza y poderío tecnológico y militar comparable con el de los cincuenta estados.
Es precisamente por eso, que su gobierno tiene la enorme responsabilidad de ayudar al resto de la humanidad ejerciendo un liderato que destile generosidad y paz en vez de agresividad y violencia. Porque, si algo resiente esa humanidad con la que los ‘americanos’ necesitan congraciarse es el antipático y arrogante estribillo de AMERICA FIRST que propone y ventea el presidente Donald Trump. El mundo se ha cansado de tanta arrogancia.
Otros presidentes han pensado igual que Trump, pero su discurso y acciones no han sido tan agresivas y ofensivas como las de este derechista republicano. Mientras Washington en su política de supremacía mundial siga haciendo alardes de su poder les seguirán apareciendo enemigos íntimos por todo el planeta. Y no serán solamente islámicos o regímenes de izquierda sino también compatriotas desventajados y minorías discriminadas, así como uno que otro ‘lobo solitario’ como el que, protestando, ocasionó la masacre de Las Vegas.
Como puertorriqueño orgulloso de mi nacionalidad y cultura hispánica, rechazo y repudio el colonialismo al que un imperio anglosajón nos ha sometido. También rechazo el capitalismo salvaje que promueve ese imperio. Se trata de un sistema que propicia la desigualdad económica en una sociedad con las inevitables consecuencias anti-sociales que se traducen en prejuicios, el discrimen y la violencia.
Decir lo que pienso y enfilar mis críticas hacia el gobierno de los Estados Unidos no me hace antiamericano como alegan algunos de mis detractores. Ser socialista no es ser una mala persona y es pura ignorancia pensar así. Si algo salvó a la Gran Corporación en la década del 1930 fueron las medidas socialistas que adoptara el gobierno del presidente Franklin Delano Roosevelt.
Nada de eso puede esperarse de Donald Trump y su presidencia. Cuando se le pidió ayuda para un Puerto Rico destruido por el ciclón María, su reacción fue clara: “WE WILL HELP PUERTO RICO BUT AMERICA IS FIRST”. Un obvio trastoque de valores.
Estados Unidos no tiene que hacer alarde de su grandeza, pero todos los presidentes en alguna medida matizan su oratoria con loas a su nación.
Y claro con Trump, la arrogancia y la impertinencia llegan a grados sin límites.
Puerto Rico y los puertorriqueños llevamos todas las de perder con Donald Trump, pero al final de su incumbencia en Casa Blanca quizás sean los Estados Unidos el mayor de los perdedores.