Un salto al vacío
El comentarista de televisión ofrecía su noticia matutina mientras a sus espaldas, un avión impactaba una de las Torres Gemelas en Nueva York.
Yo observaba esa imagen desde San Sebastián sin entender lo que estaba ocurriendo. Eso fue lo que vi la mañana del 9 de septiembre del 2001. Hubo más ataques ese día en que la guerra en el Oriente Medio se trasladó a los Estados Unidos.
Todo cambió en medio mundo ese 11 de septiembre, y no fue solo por la tragedia de un acto criminal sino por la violencia que se desató en los próximos años al imponerse la Ley del Talión. El ojo por ojo ha dejado a la humanidad ciega, para utilizar el famoso aforismo de Mohandas Karamchand Gandhi, mejor conocido como Mahatma Gandhi.
En cuestión de meses, el presidente George Bush descargaba sobre Afganistán e Irak todo el poderío bélico de los Estados Unidos de América. Desde entonces hasta el día de hoy, la pesadilla del terror ha venido atormentando las civilizaciones de Oriente y de Occidente.
Ni afganos ni iraquíes manejaban los aviones suicidas que sembraron miles de muertos a su paso por Nueva York y Virginia. No obstante, en una acción improvisada, el presidente Bush y sus asesores se vengaron de sus enemigos íntimos.
Saddam Hussein fue ajusticiado luego de que la tierra santa de los iraquíes fuera devastada por miles de bombas que cayeron sobre Bagdad y otras ciudades importantes. Lo mismo sufriría Afganistán. Así, poco a poco, la violencia se tornó en una guerra santa en la que la humanidad ha vivido en virtual “estado de sitio”.
Correspondió al Nobel de la Paz, el presidente estadounidense Barack Obama, procurar el asesinato de Osama Bin Laden en un operativo que fuera grabado para la posteridad por la televisión. Como lo fueron los bombardeos sobre Irak.
Sin embargo el haber matado a Bin Laden en nada aminoró la intensidad de los conflictos en el Oriente Medio o los salvajismos del terror en ataques que cobrarían las vidas de cientos de miles de inocentes, incluyendo niños y mujeres
La irracionalidad se convirtió en puro fanatismo religioso para el cual no había escenario sagrado, y así tuvimos golpes mortales en París, Londres y otras capitales del mundo occidental. Asimismo, los Estados Unidos volvieron a ser blanco de estos ataques, como ocurriera en el famoso maratón de Boston. Al momento de escribir estas líneas, acaban de reportarse detonaciones de bombas caseras en Nueva Jersey.
Muchos pensamos que la elección de Barack Obama a la presidencia de los Estados Unidos traería un viraje de 180 grados en la política exterior de Washington. Nos equivocamos porque Obama prometió y no cumplió en salir definitivamente de Afganistán e Irak y de cerrar la infame prisión de Guantánamo, en Cuba. Su intromisión en los asuntos de Ucrania colocó a Obama y a Putin en una ruta de confrontación muy seria.
Y en el plano doméstico, mientras el Dow Jones rompe todos los récords de alzas y se mantiene un bajo porciento de desempleo, la sociedad norteamericana sufre la mayor convulsión sociológica desde los tiempos del Ku Klux Klan.
El recrudecimiento de los prejuicios raciales ha creado un clima de alta tensión en la América de los “Founding Fathers” a la vez que proliferan las masacres en escuelas, iglesias, teatros, “shopping malls” y en las comunidades de esa sociedad americana. De costa a costa, los conflictos de tipo racial han minado la confianza de la gente en las autoridades policíacas.
Pero en el Oriente Medio no hay manera de contabilizar los estragos de las guerras en Siria, Afganistán, Irak y siga usted por ahí.
¿Y a qué viene todo este relato de destrucción y muerte que ha ensangrentado y enlutado esa región como nunca antes? ¿Cómo explicarse la barbarie de ISIS?
He traído a la atención pública la situación caótica que se vive en las civilizaciones del siglo 21 en Oriente y Occidente, a considerarse seriamente ante la posibilidad de que un Donald Trump pueda lograr la presidencia de los Estados Unidos. Si algún “americano” personifica un proyecto político basado en el discrimen y todo tipo de violencia ese es este billonario que se propone el noble propósito de “Make America Great Again”. Y no hay que ser muy inteligente para entender de qué se trata Mr. Donald Trump.
Yo sé que mucha gente piensa que el electorado “americano”, a la hora de la verdad, le negará el voto mayoritario a este “loco peligroso”. De mi parte, mi alerta va dirigida a los latinos, a los negros y a todas las minorías étnicas en los cincuenta estados de la unión federal. Donald Trump es una amenaza para la paz mundial. Y no es que Hillary Clinton sea la mejor de las alternativas, pero votar por Trump sería dar un salto al vacío.