Un mismo bote
A una semana de haberse desatado la histeria colectiva, coronada por la ya famosa frase de que “la deuda de Puerto Rico es impagable”, el mundo sigue girando y el debate, desafortunadamente, sigue siendo uno estéril.
Ya con el acceso a los mercados prácticamente cerrado, el gobierno escarba por doquier para allegar unos $1,200 millones a modo de darle aire y continuidad a sus operaciones y servicios por los próximos meses, con medidas controvertibles tales como la transferencia de fondos de los sistemas de Retiro, precisamente para que los jubilados puedan seguir cobrando sus cheques.
Al viernes en la tarde, el gobernador Alejandro García Padilla convirtió en ley el proyecto que permite a entidades como el Fondo de Seguro del Estados y la ACAA adquirir los famosos TRANSs o notas de anticipación de contribuciones e ingresos. Con esta medida el gobierno busca allegar otros $400 millones para resolver sus crisis a corto plazo.
En paralelo, se habla de un plan en diversos frentes para tratar de renegociar la deuda, una tarea en extremo compleja, ya que los $73,000 millones que conforman nuestras obligaciones, responden a una plétora de bonistas, bajo diferentes términos, intereses, fechas de vencimiento y garantías. Para lograr esto, el Gobierno se apoya del Informe Krueger e insiste en lograr mecanismos para viabilizar esa reestructuración, incluyendo el que se le permita a Puerto Rico acogerse al Capítulo 9 de quiebra federal.
Sin embargo, aún persiste confusión e incertidumbre sobre la ruta hacia la recuperación. El gobierno no ha podido comunicar acertadamente cómo planifica timonear la nave a puerto seguro. Mientras, sus detractores, solo abonan a la confusión con planteamientos vacíos, que solo buscan sacar millaje político repitiendo el “ñeñeñé” de que “todo está perdido”. Puerto Rico tiene que madurar y reconocer que este toma y dame, en gran medida, fue el que nos trajo hasta este punto. Si seguimos enfrascados en la retórica estéril, sobre todo en esta complicada coyuntura, es muy poco lo que vamos a lograr.
Puerto Rico está en un mismo bote. Si torpedeamos a una parte de esa nave, nos hundimos todos. Es hora de crecer, madurar y demostrar que somo capaces de admitir nuestros errores y trabajar en conjunto para resolver la crisis que por años se vino cocinando.