Más allá de la PROMESA
Independiente de la postura que usted haya tomado sobre la Junta de Control Fiscal y la aprobación del Proyecto Promesa (HR5278) el jueves pasado en la Cámara federal, el mundo sigue girando.
Continúa girando y Puerto Rico se sigue derrumbando, cortesía, en gran parte, de la falta de voluntad que por años ha reinado entre aquellos que llamamos “líderes” y que nos han impedido tomar las decisiones correctas y difíciles que podría echar hacia adelante nuestra Isla. Igual, el mundo gira y gira, y Puerto Rico no se puede quedar de brazos cruzados, aún dentro de nuestra bochornosa jaula con sus gruesos barrotes revestidos de coloniaje.
Afortunadamente, pese a todo el ruido, pesimismo y cinismo que nos inunda de costa a costa, existen acciones e iniciativas que buscan dotar a Puerto Rico de herramientas que nos permitan generar un crecimiento económico importante, con o sin Junta de Control Fiscal.
Hoy en la revista Negocios de El Nuevo Día, nuestra periodista Joanisabel González profundiza sobre una nueva propuesta que parece haber capturado la atención del Congreso de manera favorable, y que según personas entendidas en el tema, podría generar el crecimiento que Puerto Rico necesita para salir del atolladero económico.
Se trata de una propuesta que le permitiría un trato contributivo preferencial a los dividendos que las corporaciones foráneas ubicadas en suelo boricua le pagan a sus compañías matrices en los Estados Unidos.
Si bien la propuesta ya cuenta con adeptos y detractores, lo que no se puede ignorar es que durante los pasados 20 años, la manufactura -que sigue siendo el principal motor de desarrollo económico en Puerto Rico- ha perdido sobre 85,000 empleos.
La reacción no puede ser sentarnos en las gradas y descartar un rubro que todavía genera la mayor parte de los empleos en el sector privado de Puerto Rico y sobre el 40% del Producto Interno Bruto.
De lograrse la nueva propuesta, sin embargo, la postura tampoco debe ser apostar únicamente a dicha herramienta para salir de la crisis. Puerto Rico tiene por delante un trabajo complejo y sacrificado que hacer. Un trabajo que requiere reformas amplias y profundas, divorciadas de los intereses particulares de las facciones que nos trajeron hasta aquí. Reformas que pongan a correr el Gobierno de manera eficiente y que propicien actividad económica en todos los renglones, para que la Isla logre el empuje que necesita.