Lo bueno y lo malo del IVA
Hoy día, el ir a una panadería, un restaurante o un bar, garantiza una sola cosa: que alguien estará hablando a viva voz sobre la propuesta del IVA.
En cada rincón encuentras grupos de amistades, colegas del trabajo, el billetero, el mesero, la gerente del restaurante, todos hablando apasionadamente sobre el nuevo tributo que propone la reforma contributiva y que se discute actualmente en la Legislatura.
Muchos lanzan fuertes acusaciones e improperios contra los artífices de la propuesta y la describen como el evento apocalíptico que acabará con nuestra economía. Otros -la minoría- defienden el IVA, aclarando que lo favorecen siempre y cuando se materialice la tan añorada baja en las tasas contributivas.
Los debates son interminables, y el nivel de intensidad sigue subiendo a medida que el tiempo transcurre y los argumentos a favor y en contra siguen aflorando. Muchos abordan el tema como si fueran expertos, en busca de hacer valer sus puntos de vista.
Se añade el debate de clases a la conversación y la misma se torna en trifulca. Unos critican, y con razón, que se le llame evasores a todos los profesionales que trabajan por su cuenta, mientras que otros, incluyendo contables, te dan evidencia de cómo hoy día algunos empresarios le hacen la siguiente petición: “No remitas el IVU este mes porque tengo viaje a Europa”.
Pasa un rato y la trifulca luego baja la intensidad y trata de cruzar hacia la avenida de la solución. “Prefiero que suban el IVU”, dice una empleada de gobierno a sus amistades. “Bueno, sólo si suben la captación y, en paralelo, hacen un recorte sustancial del gasto gubernamental”, le argumenta otro.
Así las cosas, Puerto Rico, por fin está comenzando a hablar de soluciones. El IVA no es un tributo perfecto. El IVU tampoco lo ha sido. El fallo ha estado en la pobre fiscalización y en la falta de voluntad de ir agresivamente tras la evasión en todas sus manifestaciones.
Lo interesante del IVA es que, bueno o malo, ha puesto a prácticamente todo el mundo a hablar y a reflexionar sobre el tema. Ha despertado una preocupación genuina sobre nuestro futuro. Nos ha sacado de la burbuja y eso es algo positivo, pues debemos estar preocupados. Nuestra situación es crítica y tenemos que atender retos épicos en un periodo de tiempo muy corto. Sólo falta que esa consternación y ese análisis que ha despertado el tema del IVA se convierta en una herramienta que nos lleve como país trabajar en las soluciones que Puerto Rico necesita.