En el calor de la contienda primarista, una vez comenzaron a bajar los resultados de los candidatos victoriosos,   los memes en las redes sociales comenzaron a regarse como pólvora. Una de las imágenes que circulaba era la de un anuncio ficticio de una línea aérea dando los resultados de las primarias al tiempo que hacía un llamado a los ciudadanos a comprar pasajes de ida a 10 ciudades en Estados Unidos por $89, sin boleto de retorno.

Si bien la imagen pudo arrancar par de carcajadas entre los que navegan asiduamente las redes sociales, el mensaje subraya una problemática peligrosa para Puerto Rico, considerando  que la fuga de cerebros sigue en ascenso.

Una década de depresión económica, sin duda, ha lacerado adversamente a Puerto Rico, acentuando  esa fuga de talento y una  erosión de capital.  Desde el 2010, la población de Puerto Rico ha experimentado una contracción de 7%.

Según cifras del Instituto de Estadísticas, ahora hay un millón más de boricuas en Estados Unidos para un total de 4.9 millones, cifra superior a los 3.5 millones que residen aquí en la Isla.

Sin embargo, la contracción  que ha plagado nuestra Isla  también ha servido para impulsar a toda una generación de empresarios visionarios a buscar nuevas avenidas de crecimiento, dentro y fuera de Puerto Rico, sin tener que  abandonar suelo boricua.

En estos días, nuestra sección de Negocios ha venido reportando diversas historias sobre una cepa de empresarias y empresarios que, lejos de tirar la toalla, la estiraron hasta el otro lado del charco llevando sus respectivos negocios a la Florida Central.

Líderes  de empresas distintas, todas con  un común denominador: están creciendo en la Florida mientras mantienen su sede en Puerto Rico, resultando en una simbiosis que redunda en beneficio para ambas operaciones.

Más allá de abonar a las cifras de migración, estos ejemplos suman al enriquecimiento de capital puertorriqueño y  a la exportación de nuestros productos y servicios.

Una marca tan reconocida y tan puertorriqueña como El Mesón Sandwiches, que ya cuenta con dos restaurantes en Florida, exporta desde Puerto Rico a ese estado mucha de su materia prima, incluyendo  café,  pan y biftec.

Una firma de servicios legales como  Ferraiouli, con una trayectoria de 15 años en la Isla, sigue fortaleciendo su operación local con una subsidiaria en Orlando  que capitaliza sobre los beneficios contributivos  que ofrece la  Ley 20 en la exportación de servicios.

Una empresa como Mi Cosecha, abrirá este verano  un nuevo centro de distribución en Florida con una inversión de $700,000 y con la expectativa de que esa operación revierta sus ganancias sobre Puerto Rico, mientras sirve como punta de lanza para su crecimiento en otros mercados de Estados Unidos.

Estos son solo algunos  ejemplos concretos  de cómo empresarios puertorriqueños están tornando  la crisis en oportunidad.  Las empresas reseñadas  sirven de  prueba contundente de que la madera empresarial de la que está hecho el puertorriqueño puede navegar y cruzar fronteras con el mismo ímpetu con el que han entrado a suelo boricua muchas multinacionales y foráneas. Sin duda,  esto es apenas el comienzo de un poderoso capítulo que se escribe con sudor, riesgo  y pasión  en nuestra historia económica moderna.

Considerando  el potencial que representa esa población boricua e hispana en los Estados Unidos, los candidatos que salieron victoriosos en la contienda de hoy deberían agregar a sus respectivas agendas una nueva asignación. Deben anotar como tarea integrar en sus respectivos planes de gobierno estrategias que faciliten el proceso para que las empresas puertorriqueñas puedan seguir expandiendo allende los mares, de manera exitosa, y ver al mercado hispano como una avenida de crecimiento con ganancia para Puerto Rico.

Sin duda, muchos se han ido de la Isla en busca de empleo  y  de una mejor calidad de vida. Ahora nos toca a los que estamos en Puerto Rico  venderle productos y servicios desde aquí, para seguir creciendo nuestra economía, seguir creando empleos y, como consecuencia, detener la erosión de nuestra población. Es vital ver este tema  como una oportunidad con ganancia tanto para Puerto Rico como para la diáspora.