El perfume de Laura Taylor Swain
La jueza Laura Taylor Swain ha estado en boca de muchos desde que fue designada a manejar el caso de Título III para el reajuste de la deuda de Puerto Rico.
Sin embargo, no fue hasta el pasado miércoles, cuando el caso inició con la primera vista presidida por Taylor Swain, que los destellos de su carácter comenzaron a trascender a través de su ejecutoria ese día en la corte federal de Hato Rey.
Taylor Swain podría ser descrita ahora mismo como la figura de mayor poder en Puerto Rico, incluso sobre la Junta de Supervisión Fiscal. Muchas de las decisiones que ella tome a lo largo del caso determinarán la ruta que Puerto Rico andará por los próximos cinco a 10 años y marcarán el ritmo y la velocidad de la reinvención fiscal y económica de la Isla.
Pero el miércoles, en medio de una sala donde los perfumes y colonias están vedadas por la propia jueza, parecía emanar un olor a sensatez. Esto cuando la jueza subrayó que Puerto Rico necesitaba recuperar una “economía vibrante”.
Según lo reportado por nuestros periodistas Joanisabel González y Ricardo Cortés Chico, la jueza indicó que en el proceso de Título III, debe entenderse que el desarrollo de la economía de Puerto Rico es importante, puesto que un aumento en la producción y el consumo de la Isla es lo que produciría los recaudos necesarios para el repago de la abultada deuda.
Esto nos lleva de vuelta al mensaje que muchos no acaban de entender y que hemos venido reiterando en este espacio: sin desarrollo económico primero, no podremos hacer viable a Puerto Rico.
Ciertamente, el ajuste y la disciplina fiscal son vitales. Pero si no ponemos a nuestra Isla a producir riqueza y a generar empleos, Puerto Rico se seguirá vaciando.
Tras una pérdida del 10% de nuestra población durante los pasados 10 años, no podemos seguir postergando poner el tema de desarrollo económico al tope de esa larga lista de acciones y sacrificios que se necesitan para devolverle el brillo a Puerto Rico.
Potenciar el desarrollo económico incluye darle prioridad a la producción local, que más allá de compartir por redes sociales el lema de #compralocal o “Yo apoyo al de aquí” requiere internalizar la importancia de fomentar el que la Isla use su suelo para producir y que el puertorriqueño use su bolsillo para consumir lo que da nuestra tierra.
Potenciar la actividad económica también incluye fiscalizar efectivamente los incentivos que se otorgan para asegurarnos que se están creando empleos y riqueza a nivel local, más allá de emular estrategias de paraisos fiscales que erosionan nuestras arcas con muy poco rédito para el pueblo.
Potenciar la economía boricua conlleva implosionar los obstáculos que enfrenta el empresario local a la hora de montar su negocio y derrumbar esa mafia necia que mantiene presa con su burocracia la actividad económica y que pone freno a la innovación empresarial.
Potenciar nuestra economía requiere propiciar las iniciativas de empresarismo social que aportan al bien colectivo, inlcuyendo aquellas reportadas ayer domingo por nuestra periodista Marian Díaz en la revista Negocios de El Nuevo Día.
Si bien hay muchos temas en la palestra hoy día que van desde el pago a los bonistas hasta el plebiscito, y ahora el plan Tennessee, ojalá podamos entender de una vez y por todas que sin desarrollo económico no habrá recuperación.