Ciclón de burocracia
Dentro del complejo panorama que experimenta Puerto Rico, enmarcado en un deterioro económico que sobrepasa la década, figuran retos y oportunidades para el sector de la vivienda.
Durante los últimos 10 años, el valor de las propiedades en la isla ha experimentado una merma de 30%. Esto pese a múltiples iniciativas de diversas administraciones quienes, por años, incentivaron la venta de propiedad nueva.
Factores como la contracción económica que ha atribulado a Puerto Rico desde el 2006, una tendencia migratoria que no se detiene, así como el cierre de cuatro bancos en Puerto Rico desde el 2010, han sido algunos de los principales obstáculos para la recuperación del sector de bienes raíces.
Ahora, a cuatro meses de María, el panorama se complica tras los daños que han sufrido cientos de miles de unidades, así como el radical incremento en el número de personas que abandonan la isla. Sin embargo, este monumental reto también trae consigo oportunidades para la recuperación del sector, como destacamos en la más reciente edición de la revista Negocios de El Nuevo Día.
Los fondos federales para la recuperación tras el paso del huracán figuran entre esas oportunidades. Por eso es vital, que tanto las autoridades locales como las federales trabajen en conjunto con celeridad para el desembolso de esos fondos y para que la reconstrucción pueda comenzar lo antes posible.
El gobierno local, sin duda, ha sido objeto de críticas en el manejo de los trabajos de recuperación. Pero el gobierno federal no debe estar exento de esas críticas, ya que ha probado ser tan lento y burocrático en el proceso como el gobierno de Puerto Rico. Ambos, deben dejar atrás las peleas internas y las mediáticas y ponerse a trabajar con celeridad para que los fondos lleguen de manera expedita y responsable a donde tienen que llegar.
Previo al huracán, Puerto Rico ya se encontraba en una situación crítica y en un estancamiento económico que inundaba a la población. Tras el paso ciclónico de María hace cuatro meses, el pueblo se encuentra ahogado en penumbra y con poca esperanza.
Es hora de devolverle al pueblo el sentido de que hay un norte y de que un verdadero camino hacia la recuperación es posible. Eso no se hace con estribillos, ni promesas vacías, ni polarizando aún más a un pueblo fragmentado en facciones que anteponen sus intereses particulares dejando el bien común relegado en un mítico farallón, a la espera de que alguien o algo lo procure en algún momento.