El valor del voto boricua en Florida
Ver ayer sábado al gobernador Rick Scott desfilando en la Parada Puertorriqueña, retratándose con todo el que se le acercaba y besando a viejecitas y abrazando niños fue le señal más elocuente del gran valor que tiene en Florida el voto de los puertorriqueños.
Seamos honestos: el republicano Scott vino al desfile pues aspira al Senado y necesita los votos de los boricuas. Y los necesita mucho pues su contendiente es el veterano senador demócrata Bill Nelson que ha sido un amigo de Puerto Rico y quien también desfiló en el evento ayer.
El voto boricua es muy preciado. Todos los saben. Falta que los puertorriqueños se den cuenta que en Florida ha hemos alcanzado una masa crítica capaz de inclinar la balanza electoral en las elecciones de medio término que serán en noviembre. Estimados aseguran que ya somos 1.2 millones, menos son los cubanos y todos sabemos lo que han logrado al sur de este estado.
Dicen que pocos boricuas votan en estos comicios de medio término pues la candidatura presidencial no figura en la papeleta. Sin embargo, es la elección que mayor impacto tiene en la vida cotidiana de los que viven en este estado. Se seleccionan senadores y representantes, se vota por jueces, por los que dirigirán las juntas escolares, por comisionados de ciudades, entre otros.
Aun así, los datos dicen que no, que los boricuas (ni los norteamericanos) salen a votar en estas elecciones a pesar de que inscribirse es muy fácil y votarse más sencillo aún. Uno se puede inscribir por Internet y hasta votar por correo.
Y ahora, hay tantas organizaciones afuera reclutando que debería ser sencillo. Tan importante es esto que en estos días el gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, estuvo por estos lares anunciando la creación de un organismo que se llama PODER y que busca, precisamente que los boricuas en Florida y en otros estados se registren (https://www.poderpuertorico.org/). De hecho, a través de esa página es posible registrarse.
Me decía Rosselló en una entrevista que era difícil entender por qué el puertorriqueño que vive la política con pasión y euforia en Puerto Rico se apaga cuando llega a Estados Unidos. Me dijo que cree que esto pasa porque no entiende bien el proceso político acá o porque piensa que su voto no tendrá ningún impacto.
No obstante, eso no es lo que parecen creer los políticos aquí. Y ver al gobernador Scott desfilando entre el jolgorio boricua es una fuerte señal, porque debió ser difícil para el gobernador meterse en ese alborotoso marullo se gente que lo tocaba, que se le acercaba demasiado y que le gritaba “¡wepa!”.
Pero estaba ahí porque está convencido del valor del voto boricua. Falta que los boricuas nos convenzamos del potencial poder que tenemos.