Wandemia
Los puertorriqueños, a diferencia de miles de millones de seres humanos alrededor del mundo, estamos padeciendo más de una “wandemia” que de la pandemia de coronavirus.
Hasta ahora, por fortuna, el Covid-19 se ha mantenido a unos niveles manejables para la comunidad médica, aunque la reapertura económica autorizada por la gobernadora Wanda Vázquez es motivo de preocupación para la gran mayoría de los profesionales de la salud.
Sin embargo, aunque la pandemia ha sido en la isla más bien un brote, los boricuas se han visto afectados por la notoria incapacidad de la gobernadora de poner la acción donde pone la palabra.
La “wandemia” que afecta al país llegó el viernes a su nivel más aberrante: Vázquez se fue a Canóvanas a repartir provisiones (incluyendo mascarillas y gel higienizante) sin que se respetaran las medidas de distanciamiento social y precaución que ella misma ha dispuesto en una serie de órdenes ejecutivas.
No es la primera vez que Vázquez demuestra que no practica lo que predica. Aparece sin mascarilla al ofrecer mensajes públicos; no guarda distancia en reuniones con correligionarios, y le hace máa caso a sus consejeros económicos que a los de salud. Tanto así que el “task force” médico anunciado con bombos y platillos en marzo, y que se vio infectado por la politiquería y la corrupción de unos aprovechados, prácticamente se disolvió.
No hay que dudar que la “wandemia” se deba a la proximidad de las primarias, fijadas ahora para el 9 de agosto, cuando faltarán menos de tres meses para las elecciones.
La gobernadora está en campaña (de hecho, parece que es la única que lo está) y ello es posible solamente porque está aprovechando su función pública para adelantar su candidatura primarista. ¿O acaso lo de Canóvanas no parecía más un mítin de campaña que un acto oficial?
Lo de la “wandemia” no es un chiste, aunque pueda sonar gracioso. Es un llamado a la sensatez en tiempos de pandemia. Y la sensatez, gobernadora, empieza por casa.